Creo que cuando Champollion descifró la Pîedra Rossetta tuvo que emplear menos neuronas que para interpretar esta discusión interna del feminismo y el movimiento gay sobre quién es bueno y quién es malo. Yo creí entender que las feministas no soportan a los transexuales porque se han puesto pene (símbolo del Mal) pero me contó un amigo que sabe más, que no es ese el mensaje real. En el fondo, da igual: lo importante es guardar este discurso por lo mucho que nos reíremos dentro de 10 años cuando recordemos esta época de locura en la que vivimos. Mucha atención… aunque no entiendas nada.
En España las TERFs (Trans women exclusionary feminism) van más allá y se disfrazan de transfeministas, ocupando los espacios trans para ningunear las vivencias de las verdaderas personas trans masculinas y no-binarias con vulva, equiparándose ellas mismas, cismujeres sobre todo (y mayoritariamente lesbianas) con las personas trans masculinas y no-binarias con vulva. Considerando pues, que el movimiento político del no-binarismo de género, incluye la negación de la identidad sexual, ergo de la transexualidad y la cisexualidad. Confundiendo hasta el ridículo género con sexo. Además, como buenas TERFs (si es que aunque las TERFs se vistan de transfeministas, TERFs se quedan), destilando la más pura transfobia, rechazan violentamente a las mujeres transexuales, llegando incluso a insultar y agredir a las personas trans femeninas y no-binarias con pene, con eslóganes como «polla violadora a la licuadora». En los espacios, jornadas, festivales, etc., de temática trans. Lamentable.
Las TERFs transfeministas han convertido los espacios trans en espacios poco seguros para las personas trans femeninas y no-binarias con pene.
Sabéis qué os digo, señoritas snobmolonastransfeministasTERFs? Asquito me dáis.