Dentro de un mes, Holanda elegirá a un gobierno nacionalista que quiere salirse de la Unión Europa, y un mes después, Francia hará lo propio con Marine Le Pen (en primera vuelta). Con estas sendas elecciones, el propio proyecto de la Unión Europea estará finiquitado, con una clara regresión al estado-nación, pero sin una solución clara a cómo compaginar la moneda local con la economía globalizada.
Como ha reconocido el ex ministro de defensa USA, Petraeus, con la llegada de Trump al poder en Estados Unidos el proyecto del nuevo orden mundial está muerto.
Lo que estamos viviendo en estas primeras semanas de su presidencia encaja con el caos generado por un movimiento reaccionario a un supuesto progreso que ha fracasado estrepitosamente. La vida es pendular y, dado que desde la izquierda (supuestamente progresista) no han conseguido analizar donde estaba el problema y su solución, la gente ha decidido volver atrás a la historia (que, comparado con lo presente, tampoco se estaba tan mal). Tiene su lógica, ante el fracaso de la izquierda, que supuestamente abanderaba el progreso.
Tras apoyar la aberrante política de género, que ha dinamitado la convivencia y el amor en todos los lugares donde se implantó, la izquierda freudiana en Francia, Italia, Alemania, Estados Unidos (entre otros países) ha entrado en la fase de autodestrucción que podemos ver claramente en España. Las peleas en el PSOE y Podemos, en realidad, son fruto de la completa desorientación que este terremoto está causando sobre las ideologías que han llevado el Planeta al desastre.
Y esta tendencia solo puede acabar de una manera: con la sustitución de estas ideologías que decían representar al progreso por un debate, a fondo, sobre qué entendemos los seres humanos del siglo XXI por esta noción.
Y aquí es donde aquellas personas que están deseando hacer «algo» y no saben qué pueden comenzar a generar Opinión Pública para que ese «topic» se convierta en una tendencia que provoque un cuestionamiento, en profundidad, de adonde vamos como civilización.
Veréis: en los lugares donde se decidió nuestras vidas en la historia reciente (Conferencia de Versalles 1917 fin de la I Guerra Mundial, Acuerdos de Bretton Woods 1944 y Conferencia de Yalta 1945, Crisis del petróleo 1973) se alcanzaron acuerdos de espaldas a la Humanidad, sin preguntarnos si el mundo que habían planificado era el que nos hacía felices.
Ahora que con Trump como presidente se van a renegociar los acuerdos sobre la divisa de referencia con la que se realicen los intercambios internacionales es el momento en que nosotros como humanos participemos en ese proceso y cuestionemos este supuesto «progreso» que nos están imponiendo sin preguntarnos antes si lo consideramos como tal.
En estos meses de incertidumbre que nos esperan es cuando hemos de superar la superficialidad de los debates políticos actuales y elevarlos a cuestionarnos el progreso, porque desde ese concepto podemos encarar -y unificar- todos los asuntos fundamentales de nuestra civilización globalizada:
-La relación del ser humano con la máquina.
-Los valores humanos frente a los seres robotizados.
-La libertad individual frente a la intromisión del Estado.
-El Bien Común desde donde se unifican las religiones.
-La cultura degenerada y los métodos de manipulación de las masas.
-Las relaciones hombre-mujer.
-La liberación de tecnología censurada y el contacto extraterrestre.
-Y, por supuesto, el dinero y la deuda, y su relación con lo humano.
Aquellos que seáis buenos en la generación de memes, vídeos y frases profundas del Facebook tenéis una labor planetaria por delante que realmente unificaría a la Humanidad y presionaría a los políticos, por primera vez en la Historia, con una Opinión Pública Planetaria que sea capaz de influir sobre nuestro presente.
Os dejo un posible hashtag para unificar este movimiento: ¿progreso?#
Generar un debate mundial sobre el progreso es la única manera que tenemos de participar en nuestro presente (porque se va a decidir en estos meses).