Ayer, desayunando en Cáceres leyendo El Periódico, me encontré con una columna acerca de Warren Beatty con motivo de su patinazo en la entrega del Oscar a la mejor película.
Repasando su carrera, obviamente nombró su fama de mujeriego (dice haber realizado el coito con 15.000 mujeres), pero aportó un dato que desconocía: su hija abdicó de su condición femenina al autocastrarse (hoy llamado «transgénero»). Rápidamente, conecté con la vida del actor porno español Nacho Vidal, que también está sufriendo el mismo trauma: su hijo abomina de la sexualidad de su padre, y pide que le corten el pene…
Y como tercer ejemplo, la cantante Cher, que al margen de su promiscuidad, se hizo famosa por sus cirugías estéticas, cuya hija se colocó un pene…
Exagerando, podríamos incluir en esta terna hasta al mismísimo Miguel Bosé, cuyo padre, el torero Luis Miguel Dominguín y su mujer Lucía Bosé, vivían en el hiperpromiscuo ambiente artístico de la época, y cuyo hijo claramente abominó de la masculinidad de su mujeriego padre. E incluso a Angelina Jolie, cuya hija se viste como hombre…
De resultas de todos estos casos (y sin perjuicio de que los químicos disruptores del sistema endocrino estén también contribuyendo a esta de-generación), nos encontraríamos con un patrón que bien podría explicar este inusual comportamiento de que el hijo rechace la sexualidad del padre (o la madre): en realidad es un odio y un rechazo al comportamiento sexual de su progenitor.
Al final va a resultar que el tal Nacho Vidal no era tan macho alfa…
