El terrorismo de Estado que estamos padeciendo en España no tiene parangón en la historia de la Humanidad. Ni siquiera la conspiración para drogar a la población y matarla con la droga adulterada se puede comparar con la guerra psicológica de la homosexualización que estamos padeciendo, particularmente en Madrid.
Lo que estáis viendo son las cortinillas embellecedoras del AVE Madrid-Valencia, con propaganda a favor de la castración («cortesía» de la Casa de América) y el cartel de las fiestas más populares de Madrid (Lavapiés-Rastro) donde los terroristas culturales han destruido los iconos populares por excelencia (el chulapo y la chulapa) homosexualizándolos.
Este atentado a la convivencia será parte de la ominosa muestra cuando se recuerde esta absoluta etapa de decadencia que estamos viviendo.
Si alguien se pregunta cómo es posible que tantas instituciones se pongan de acuerdo para transmitir e
l mismo mensaje contra-natura, ahí va mi teoría: puesto que las deudas de todas las instituciones (incluido el ayuntamiento de Madrid, Casa América y un largo etcétera) es la banca sionista (concretada en sus fundaciones culturales) la que decide la simbología y el programa de sus actividades. En otras palabras: o hay propaganda gay o no hay fiestas. O se propaga la ideología de género o no hay museos.
Y los partidos tragan, claro.
En estos días he emplazado al periodista del diario Público/Estrambotic, feroz negacionista de la conspiración, a que se enfrente en un debate en directo por Internet, con un servidor. Estoy a la espera de recibir su confirmación.