El otro día, el portaaviones John McCain colisionó en el estrecho de Malacca con un barco petrolero de bandera liberiana, yéndose a pique. El mando naval explicó este suceso en base a una extraña pérdida de control, cosa que ha sido refutada por el experto en ciberseguridad, Jeff Stutzman.
El asunto es que desde que comenzó el año, este es el CUARTO barco norteamericano que ha perdido el control de su situación GPS (debido a un hackeo), acabando con el choque contra otro barco, todos ellos en los mares asiáticos.
Los otros buques fueron el USS Antietam, el USS Lake Champlain y el destructor USS Fitzgerald.
Las probabilidades de que una «casualidad» como ésta se repita cuatro veces en seis meses son… mínimas.
Así las cosas, todos los ojos se han vuelto hacia los rusos, a quienes determinados sectores de la marina norteamericana acusan de haber hackeado sus barcos, lo que está llevando a proponer una respuesta bélica.
La posibilidad de que un tercer poder (¿la NSA?) haya hackeado a sus propios barcos para provocar un casus belli está encima de la mesa.
