Nueva confirmación a algo que llevo más de una década contando: el sistema binario con el que funcionan los ordenadores no es más que una adaptación del yin-yang del taoísmo. Leibniz lo aprendió de un monje cristiano.
Nueva confirmación a algo que llevo más de una década contando: el sistema binario con el que funcionan los ordenadores no es más que una adaptación del yin-yang del taoísmo. Leibniz lo aprendió de un monje cristiano.
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