En clara simetría con los rumores sobre el advenimiento del nuevo sistema monetario (que quitaría su actual omnímodo poder a la sinagoga), vamos registrando noticias por diferentes países que nos indican que, por fin, el mundo comienza a dejarse de sentir intimidado por este grupo religioso.
En los últimos días han sido muchas las críticas que se han cebado sobre el gobierno polaco que, copiando las leyes ‘anticríticas del holocausto’, ha emitido una ley para prohibir que se asocie a los polacos con los supuestos crímenes en los campos de concentración alemanes, en Polonia. El diario El País, representante de la oficialidad en España, montó literalmente en cólera con esta ley que desprecia el actual dogma de fe y abre la puerta al cuestionamiento de la verdad oficial sobre este crucial tema.
Hace escasos meses, el gobierno japonés anunció que iba a volver a colocar el Mein Kampf de Hitler como lectura en las escuelas, al tiempo que recuperaba un texto nacionalista, asociado a esa misma época de la II Guerra Mundial.
Por último, de momento, hoy nos encontramos con una nueva polémica en torno al atuendo del equipo noruego en los JJ.OO. de invierno por incluir runas asociadas al nazismo, lo que ha provocado una polémica similar, en torno a la rehabilitación de este partido político.
Nos encontramos en el comienzo de una revisión gigantesca de la historia reciente.