La prensa oficial, como El País, está reconociendo que la ceremonia de los Óscar está en caída libre, y corre desesperadamente hasta convertirse en algo que no interese a nadie.
En este artículo, la corresponsal de El País se pregunta por las causas, y consigue encontrar algunas de ellas: por una parte, las nuevas generaciones ya no tienen ídolos masivos creados por el Poder que detestan, por otra, los seguidores de Trump aborrecen esa decadente industria.
Lo cierto es que la época en la que los ídolos generados por la industria del entretenimiento eran referentes sociales ha comenzado a pasar a la historia (y eso que todavía no ha estallado el escándalo de los abusos sexuales a niños, claro; cuando eso suceda, será el final).