En estos días estoy viendo la serie que Steven Spielberg ha producido para Netflix en torno a las andanzas de cinco grandes cineastas (William Wyler, John Ford, Frank Capra, George Stevens y John Huston) durante la II Guerra Mundial, cuando fueron reclutados para actuar como propagandistas sobre la guerra.
La verdad es que cuando me puse a verla, ya sabía que me iba a encontrar con un brutal ejercicio propagandístico, pero lo cierto es que -reconociendo como lo hacen, que durante la II Guerra Mundial Hollywood se rindió a la propaganda de guerra-, la serie tiene muchas lecturas y abre muchas preguntas.
La más evidente es «¿por qué Spielberg reconoce, en estos crudos momentos, que han jugado con las emociones de los norteamericanos?». ¿Será que pretende recordarle a los militares USA que jugaron un papel a su favor, ahora que les acosan?
La serie es una especie de «outing», que parece sacado de «La Historia Secreta de Hollywood», sobre el rol del cine de masas como ingenieros sociales. Pretende vender a los norteamericanos actuales la enésima historia sobre el enemigo nazi y el buen patriota judío (Spielberg no se recata en afirmar que su simpatía por Wyler estriba en que era judío, como él), con la particularidad de que incluye a tres machos alfa de derechas, como Ford, Capra y Huston.
En el punto en el que estoy ahora (tres capítulos), los norteamericanos han empezado a colaborar con los ingleses, que tenían su propio departamento de propaganda. La duda que me asalta es si acabará mencionando que el vídeo más famoso sobre el Holocausto fue obra de «Mr Thriller, Alfred Hitchcock». Os contaré en unos días, si es que lo menciona.
La verdad es que, sabiendo que es un ejercicio de propaganda, merece bastante la pena.
