Cataluña, Valencia, Galicia, Andalucía… y ahora Madrid: la izquierda más furiosamente freudiana, que ha incendiado España con sus políticas de las guerras civiles sexuales, ve ahora cómo sus propias huestes entran en una guerra civil por conservar los cargos que ahora ostentan, ante la posibilidad de que se queden en la puta calle.
Graciano Palomo lo comenta en El Confidencial.