Nadie duda de que Podemos ascendió donde está gracias al protagonismo que le dio los programas de La Sexta TV, con lo que, de rebote, y al ganar éste poder político, la cadena se benefició en términos de audiencias.
El asunto es que ahora «la moda» es un partido político (Vox) que se niega a aparecer en sus programas, por las vejaciones sufridas, con lo que La Sexta TV ya no puede contar con el gran reclamo periodístico en estos días: Santiago Abascal (u Ortega Smith). De manera que esta cadena, creada por el trostkysta Jaume Roures con dineros de George Soros, se enfrenta a un difícil dilema: si no llama a Abascal, sus audiencias caerán en picado (porque Podemos ya no vende) y si le llama, le reventará las paranoias de las que viven desde que nacieron, particularmente, la feminista.
Así pues, hay que estar atentos a sus audiencias, como termómetro político.
De momento, La Sexta Noche, que llegaba en años anteriores al 1’5 millones de público, hoy día a duras penas llega a los 800.000.
El Wyoming, con su Intermedio, es el gran buque insignia, con audiencias entre 1’5 y 1’7 millones. Al Rojo Vivo, de Ferreras, se mantiene en torno al millón de espectadores.