Apabullante, incomensurable, grandiosa. La serie realizada por El Mossad israelí sobre las actividades sobre El Mossad israelí es lo mejor que se ha hecho sobre los servicios de inteligencia jamás.
El tercer capítulo gira en torno a los infiltrados, y la trama psicológica que opera en estas personas con doble vida, particularmente las mujeres. Se relata el caso de una pareja de agentes que tuvieron que fungir como si fueran tales… y acabaron enamorándose, exigiéndoles sus superiores que cortaran la relación, una vez terminada la misión.
Pero al lado del cuarto capítulo, el tercero es insignificante.
En el último capítulo de esta excepcional serie que se va a convertir en un fenómeno parecido a «Narcos» o la serie sobre Osho, «Wild wild country», se detalla la participación de El Mossad en los acontecimientos más importantes del siglo XX en África y Oriente Medio. Entre las afirmaciones que los directores de El Mossad y altos cargos realizan:
-Manipulación del rey de Marruecos, para enemistarle con el egipcio, Saddad, y de esa manera romper la unidad islámica en la guerra del Yom Kippur.
-Se reconoce que han estado manipulando la guerra de Sudán, entre musulmanes y cristianos, y la del Líbano, asesorando a los cristianos (aunque aquí hay que leer entre líneas las cosas que no dicen expresamente, pero que sugieren que ellos estuvieron detrás de la masacre de Chabra y Chatila).
Los últimos minutos de un capítulo absolutamente apasionante se dedican al asunto iraní y, curiosamente, la plana mayor de los agentes de El Mossad se muestran críticos con el poder político y su deseo de bombardear la nación persa, recordando Pearl Harbour y otros desastres para el país agresor.
Todo indica que El Mossad está enviando un claro mensaje a Netanyahu para estos tiempos que estamos viviendo.