¿No tenéis la sensación que esto de la destitución (impeachment) de Trump ya lo hemos vivido antes?
Pues sí, desde el primer día en que ganó las elecciones los demócratas-satánicos llevan intentando destituirlo por todos los medios a su alcance. El último que se han inventado fue una llamada del presidente a su homónimo ucranio Zelensky (judío) en el que pedía su colaboración para aclarar unas corrupciones del hijo del vicepresidente con Obama, Joe Biden; cosas muy sucias, ligadas a drogas y la participación de los oligarcas ucranios en las elecciones norteamericanas (dinero). Todo ello no es nuevo: aparece en las transcripciones de las conversaciones interceptadas a la por entonces enviada del departamento de Estado norteamericano a Ucrania, Victoria Nuland: la del «que le follen a la Unión Europea, ¿recuerdas?». Así pues, Trump no tiene más que hacer públicas esas comunicaciones y el partido demócrata recibirá estos ataques como un boomerang, multiplicados por mil.
Todo esto ha sucedido inmediatamente después de que Trump pronunciara unas triunfalistas palabras («El futuro pertenece a los patriotas, no a los globalistas»), y los prolegómenos de la desclasificación que pone fuera de juego al partido demócrata en su conjunto. Así las cosas parece que han conseguido la mayoría en el Congreso suficiente para comenzar el proceso pero lo que, al parecer, va a suceder es que va a aparecer toda la mierda relacionada con el tal Joe Biden, que es lo que va a hacer Trump en cuanto «le toquen mucho los cojones» (con perdón).
Como ha dicho su portavoz, «están tratando de convertir el escándalo de Joe Biden en el escándalo de Donald Trump».