Mientras el Papa Bergoglio encamina la iglesia hacia un cisma de consecuencias imprevisibles, los muertos que el Vaticano tiene en el armario aparecen, evidenciando que el demonio hace tiempo que entró en la institución que bebe de Jesucristo. Quien pronunció esas palabras fue, precisamente, el último papa que fue asesinado, después de únicamente 33 días de su investidura. Las teorías acerca del asesinato quedan explicadas con la declaración del mafioso, sobrino de Lucky Luciano, y primo del Cardenal Marcinkus, Raimondi, quien colaboró con este último en el asesinato del Papa bueno. Como se sabía, fueron las acciones de éste para desarticular las numerosas corrupciones del Vaticano las que hicieron que la mafia que manejaba los escándalos de la Banca Ambrosiana/IOR decidieran envenenarle. El artículo original de The New York Post ha sido traducido (deficientemente) por la web española Infovaticana, que se está destacando por denunciar la corrupción dentro de la iglesia. Me llama muchísimo la atención cómo el cardenal Marcinkus insistió para que el asesinato fuera sin dolor porque el juicio de Dios sería más benévolo, según el asesino, lo que quiere decir que los satánicos saben perfectamente que Dios existe. Marcinkus pertenecía al Opus Dei.
Si sabes inglés, es mejor leer el original.
Una nueva conspiración comprobada.