Una vez más, sincronizados, Trump y Q han hablado en las últimas horas de las evidencias sobre que China creó el coronavirus conocido como Covid-19.
Si Trump ha afirmado que «dentro de un tiempo publicaremos las evidencias de que China creó este virus», Q, por su parte, ha comenzado a mostrar esas evidencias, aludiendo a publicaciones científicas que, por ejemplo, «el análisis de la secuencia de la proteína del SARS CoV-2 asociada al receptor ha mostrado algo interesante. Mientras que el SARS CoV-2 es similar al resto de coronavirus procedentes de murciélago, la correspondiente al receptor se parece más al virus del SARS. Ambas usan la misma célula como receptora». En otras palabras, esta evidencia demuestra que el virus es una modificación del del SARS, como vengo defendiendo desde hace ya cuatro meses.
Evidentemente, es por esta razón que la «otra parte» ha comenzado un contraataque/cortina de humo, aludiendo a las diferentes versiones del SARS-CoV2 que se han encontrado, para justificar esa ingeniería detectada. Lo que pasa es que, de rebote, esa información va a demostrar que no ha sido sólo desde China que se dispersó el virus sino desde cada país, y con versiones ajustadas a los genomas de las distintas poblaciones, como también vengo defendiendo.
Una vez más: en el relato sobre el origen del virus se juega la partida, y de que Trump gane ese debate depende que se imponga en el Nuevo Orden Mundial (vacunas, control, chip, aislamiento social, mascarilla), o no.