La tremenda asistencia a la manifestación «El fin de la pandemia» en Berlín parece que ha provocado una rápida reacción entre las élites genocidas y los cielos de Madrid, al menos, han cambiado del precioso azul con el que comenzamos el día a ese blanquecino desdibujado de los días de grandes fumigadas, como si tuvieran que adelantar sus planes del otoño ante el creciente despertar de la población. Dado que sabemos que previamente al comienzo del Covid también hubo grandes fumigadas, que desaparecieron prácticamente durante seis meses, esta primera gran fumigada se puede calificar de «peligrosa» y, dado que un amigo cuya esposa trabaja en un hospital ha comenzado a recibir pacientes con problemas respiratorios, a lo mejor es el momento de usar la mascarilla (con razón y teniendo en cuenta cómo esté el cielo de sucio ese día).
Habrá que ver si, con el calor y el masivo uso de la mascarilla, lo que quiera que estén echando tiene los mismos efectos nocivos. Si no consiguen extender la enfermedad debido a la protección que lleva la mayor parte de la gente, no me extrañaría que se desdijeran y permitieran a la gente dejar de usar la mascarilla.
Un último consejo: muy recomendables los caramelos de menta.