A las pocas horas de que el avión que supuestamente transportaba a la líder demócrata Nancy Pelosi aterrizara en Taiwán, Real Raw News publicó la versión de los militares sobre estos hechos. Recomiendo tomarla «con pinzas», aunque es evidente que los chinos se tomaron el asunto muy en serio por la movilización de tropas que realizaron.
Según esta versión de los hechos, cuatro cazas chinos con órdenes de interceptar el avión en el que supuestamente viajaba la líder demócrata estuvieron a punto de encontrarse con otros aviones de combate norteamericanos que despegaron del portaaviones Ronald Reagan para proteger a ese avión del departamento de estado.
Siempre esta crónica (con todo tipo de detalles técnicos), en esos minutos Donald Trump interrumpió sus actividades y se metió en la «sala de guerra», de su residencia en Florida, que cuenta con las mismas capacidades que la «auténtica» en la Casa Blanca: telecomunicaciones encriptadas con el alto mando del ejército. En ese momento, Trump pidió que marcaran el número del presidente Xi Xinping. Éste descolgó el teléfono.
Trump supuestamente le habría implorado a Xi que rebajara la tensión, a cambio de que él mismo desescalase la situación, evitando ir a la guerra. Xi le habría contestado que consideraban a Pelosi una criminal de guerra, y ya habían advertido de que esa visita podría desencadenar las hostilidades. Trump le contestó que Pelosi era una traidora a los Estados Unidos, a lo que Xi le concedió la oportunidad de explicarse.
Acto seguido, Trump le contó que tenía pruebas de que la Pelosi real no iba a bordo de ese avión, y sí un doble, pero es que, además, ella carecía de poder para iniciar una guerra porque él invocó la Ley de Insurrección de 1807 con motivo del robo de las elecciones, por lo que el Deep State carece de poder. «Tenemos discrepancias, pero no dejemos que las cenizas del Deep State creen una guerra que lleve a la destrucción de la Humanidad», le habría dicho Trump. Xi Xinping estuvo de acuerdo y ordenó que sus cazas regresaran, con lo que el doble de Nancy Pelosi aterrizó sin problemas en Taipei, capital de Taiwán.
De esta manera, Trump evitó la III Guerra Mundial.
