En las ya decenas de crónicas sobre juicios militares que ha contado Real Raw News, la presente es, que yo recuerde, la primera en la que el Tribunal no hace caso a la recomendación de pena de muerte y opta por una sentencia de prisión, en este caso, de 20 años.
En este caso, el juicio era contra el jefe de gabinete de Biden, Ron Klain*, quien apareció con un abogado penalista de Nueva York que trató de defenderle aduciendo «sus capacidades mentales disminuidas»: es decir, intentando demostrar que no ha podido llevar a cabo la conspiración de la que se le acusa porque es «subnormal». El fiscal le recordó todos los cargos que ha ostentado en diferentes administraciones, entre ellas asesor de Obama en dos campañas electorales, y que estudió la carrera de Derecho.
La respuesta del abogado es tan delirante, que es imposible de inventar: «Mi cliente tiene memoria fotográfica y habilidad para repetir lo que oye. Hay una diferencia entre ser capaz de recitar nombres, datos y lugares y la capacidad para organizar complejas conspiraciones, de las que se le acusa».
El Tribunal llamó a declarar a su único testigo: el señor Rufus Clifford, que fue embajador en Dinamarca entre los años 2013 y 2017 y, anteriormente, fue el jefe de campaña de Obama en las elecciones del 2012, y miembro del Comité de dirección del partido demócrata.
A preguntas del fiscal, declaró que se retiró de la política a mediados de 2018, cuando fue contactado por Klain que por aquel entonces era el jefe de campaña de Biden para las elecciones del 2020, y le hizo una proposición. «Ron Klain me ofreció 50.000 dólares al mes y me dijo que Biden iba a ser presidente aunque no tuviera ni la más mínima opción de derrotar a Trump. Yo le dije que no, pero él insistió que manipular el sistema de votación era algo muy sencillo. Me contó que, si Biden iba perdiendo, había una forma sencilla de meter votos al sistema, en lo que llamó la ‘hora mágica’, y aclaró que las ‘horas mágicas’ eran entre las 2 y las 5 de la madrugada».
El abogado defensor le interrumpió, aduciendo que no había tenido la oportunidad de interrogar al testigo.
El Fiscal le dijo que se relajara y que ya tendría tiempo de interrogarle cuando él terminara.
Gifford continuó recordando «cómo estaba Klain de emocionado, cuando le contaba que tenía pensado contratar miles de ‘mulas’ para que llevaran votos por correo en los estados más decisivos».
«Le dije que gracias pero que yo no me metía en eso: era de locos».
Seguidamente contó que esa no fue la última vez que se lo dijo. Le volvió a llamar por teléfono dos meses después y accedió a quedar con él, por miedo a que le implicara en algún asunto turbio si no lo hacía». Eso sí, fue precavido y grabó la conversación, en audio, desde su teléfono.
En el audio se escucha a Klain jactarse de que habrá muchos demócratas que aceptarán el trabajo, a cambio de 5 o 10 dólares por cada voto falso que introduzcan. Klain le pidió a Gifford que creara ONGs, a través de las cuales se pudiera canalizar el dinero para pagar a las ‘mulas’. Gifford lo rechaza educadamente, aduciendo que no le merece la pena asumir ese riesgo.
El fiscal le preguntó por qué cree que le propuso esa idea precisamente a él. «Sinceramente no lo sé. Nos conocíamos de la administración Obama, pero no éramos amigos».
El abogado defensor le preguntó si tenía alguna prueba de que su cliente había pagado a esas ‘mulas’ y el testigo contestó que no.
Para acabar, el fiscal le preguntó si había visto el documental «2000 mulas» y si lo allí mostrado se correspondía con el plan que le expuso Klain. Gifford respondió que sí lo había visto y que reflejaba ese plan.
Finalmente, el fiscal pidió la pena capital, por conspiración y traición, pero el tribunal sólo le encontró culpable de conspiración, pero no de traición, por lo que le impuso la pena de 20 años de detención en Guantánamo.
El abogado prometió recurrir la sentencia, pero no se sabe a qué tribunal.
