En los últimos días, Real Raw News ha dado cuenta de dos operaciones para detener el fraude electoral en las próximas elecciones, a través de la introducción de inmigrantes ilegales por la frontera sur de Estados Unidos.
El lunes se revelaba que hace un par de semanas el cíbercomando interceptó una llamada entre la portavoz de Kamala Harris, Mia Ehrenberg, y el diputado del partido demócrata por el estado de Virginia Donald Beyer, en la que la primera dejó caer varias palabras en clave: «20 septiembre, Halifax, Arlington, Chesterfield»: tres condados de Virginia en donde hay 25 lugares para ejercer el voto anticipado, pero sólo 4 han abierto el 20 de septiembre (el resto, en octubre), con lo que la investigación de los marines se simplificó. De esta manera, el General Smith envió marines a Long Bridge Aquatics & Fitness Center en Arlington; Center Library en Chesterfield; Fairfax County Government Center; y Mount Vernon Governmental Center en Alexandria, que abrirían al día siguiente.
La fuente que informa a Real Raw News cuenta que «no sabíamos exactamente qué esperar, pero sabíamos que algo turbio estaba ocurriendo. Habíamos oído que los ilegales que entraban en Estados Unidos a través de México y eran enviados a Nueva York eran reubicados después en estados disputados como Virginia. Tampoco sabíamos cómo se les permitiría votar, si tenían tarjetas de registro falsas o si las personas encargadas de los colegios electorales estaban aliadas con los demócratas. Pero pensábamos averiguarlo».
El cronista de Real Raw News ignora el número de marines que fueron enviados, pero sí que sabe su misión era detener, conocer sus identidades y averiguar quién los había enviado; en ningún caso, disparar contra ellos. «En ningún caso estamos preparados para hacer deportaciones masivas: eso empezará el próximo 20 de enero, pero lo que sí queremos es que sepan que si entran ilegalmente puede ser peligroso para su salud», dijo la fuente que informa a Real Raw News.
El primer encuentro sucedió a las cuatro de la madrugada del día señalado en la sede de gobierno del condado de Fairfax, en donde aparecieron dos autobuses correspondientes a una entidad caritativa católica (¿Cáritas?) del este de Virginia, de donde se bajaron 60 varones que se pusieron en fila india a la puerta de la entrada del edificio. Los marines los detuvieron apuntándoles con sus armas y procedieron a preguntar a los conductores de los autobuses por la identidad de los inmigrantes y los responsables, a lo cual los chóferes respondieron que tenían sus papeles en regla y que estaban autorizados por estas asociaciones caritativas de la Iglesia: «sus nacionalidades no eran de su incumbencia».
Ninguno de ellos sabía hablar en inglés (tan sólo alguna palabra) pero entre los marines sí había bilingües, y consiguieron que les contaran que les habían dado 1.500$ a cada uno por votar a Kamala Harris. También pudieron descubrir que sus tarjetas de identidad estaban falsificadas por un abogado de Fairfax cuyo nombre no se revela porque está siendo investigado. El engaño era tan burdo que había 15 que se llamaban «José García», 12 «Juan López» y 11 «Juan Martínez» y el domicilio de todos ellos era el mismo.
Los marines advirtieron a los chóferes que no debían aceptar más contratos para traer inmigrantes de esas organizaciones caritativas y a los inmigrantes ilegales se les dijo que serían ejecutados si intentaban votar. Después de esto, se montaron en los autobuses.
(Dentro de un rato, la segunda parte).
La segunda crónica sobre la detención de inmigrantes ilegales que iban a votar, bajo pago, al partido demócrata tiene un tinte «tragicómico», por lo absurdo de un comportamiento.
En este caso, los inmigrantes son guatemaltecos, y no mejicanos, y el lugar de voto anticipado es la biblioteca central de Halifax en la misma mañana del viernes, donde un número no determinado de inmigrantes procedentes de aquel país centroamericano hacían cola, TRES HORAS ANTES DE SU APERTURA, a que las puertas de la biblioteca abrieran.
Nuevamente los marines de origen hispano interrogaron a los inmigrantes sobre el motivo por el cual hacían cola y cómo habían llegado allí. Sus explicaciones fueron contradictorias: mientras unos decían que eran ciudadanos legalmente norteamericanos que querían votar por Harris, otros decían que les gustaba mucho leer y querían sacar libros de la biblioteca. Sobre el modo como habían llegado allí [imagino que se refiere a que, como era de madrugada, no había transporte público y suponían que no tienen coche], unos decían que alguien les había llevado allí en coche y otros contaban que vivían cerca y habían llegado andando. Ninguno de ellos tenía prueba de identidad norteamericana alguna ni tampoco identificación de votante, y dos de ellos dijeron que les habían dicho que podrían votar, sólo si llegaban entre las 9 y las 11 de la mañana, pero no sabían por qué únicamente en esa franja horaria. (Los marines dedujeron que uno de los trabajadores electorales era un corrupto miembro del partido demócrata). «Si no votamos, no nos pagan», admitió uno.
Cuando los marines les preguntaron quién les iba a pagar, uno de ellos reconoció que los servicios sociales de Virginia, cuya sede está en Richmond. En definitiva, el sistema era diferente que en el otro caso, pues la iglesia católica no estaba involucrada. En este caso, el inmigrante que votaba ilegalmente tenía que acreditar con un «recibo» que había votado, y con ese recibo le daban el pago los servicios sociales.
Acto seguido los marines les dijeron que la biblioteca no iba a abrir y lo mejor que podían hacer es volverse a Guatemala. Esta afirmación hizo enfadarse a un hombre de mediana edad que ejercía de líder del grupo: «usted no es quien para decirnos que nos vayamos. Si no podemos votar y nos dan el dinero, ¡usted nos lo tiene que dar! y nos vamos».
Las risas generadas por ese comentario entre los marines hicieron que el guatemalteco se enrabietara todavía más y cogió una piedra y la tiró con todas sus fuerzas a la espalda de un marine, al que dejó tambaleante por unos instantes. Los demás marines blandieron sus armas y ordenaron a los ilegales que se calmaran, mientras el infante de marina que fue golpeado levantaba repentinamente a su atacante en el aire y lo estampaba contra el pavimento, para luego pisarle la garganta.
«Esto se ha terminado», dijo el comandante de los marines, «váyanse, no los queremos aquí. Trump os va a deportar a partir del 20 de enero de cualquier forma. No tenéis nada que hacer en este país, sólo dolor. Os estaremos vigilando, y si volvéis, os dispararemos».
Los guatemaltecos se dispersaron y los marines se quedaron a la puerta del edificio, vigilando que no volvieran.
Según relatan las fuentes militares que informan a esta web, lo relatado en las dos últimas crónicas está sucediendo en múltiples lugares de Virginia y se prevé que la crisis va a escalar cuando comience a realizarse el voto anticipado en otros estados, el próximo mes. «Estaremos ahí fuera para impedirlo», comenta esa fuente de los Sombreros Blancos.