Hace pocos días los medios de comunicación oficiales admitían que las fuerzas militares leales al partido demócrata podrían levantarse si Trump lleva a cabo algunos de sus planes, como deportar a millones de inmigrantes ilegales y depurar el propio ejército de traidores.
El pasado 28 de octubre, los militares patriotas se enteraron de que las fuerzas del FEMA habían recuperado una base del ejército del aire abandonada en la localidad de Michigan de Oscoda, para «almacenar vehículos y camiones en previsión de un desastre». Al hablar con el responsable de ese área del ayuntamiento de Oscoda evidentemente no mencionaron que pretendieran organizar un golpe de estado y sí les preparó para que observaran tractores-trailers y ensamble de vehículos en la zona.
Sin embargo, las teorías conspiranoicas se dispararon por las redes, que hablaban de que iban a enviar allí a inmigrantes o a disidentes, para ejecutarlos.
El pasado sábado una patrulla de marines fueron enviados a inspeccionar el área, lo que hicieron mediante drones. Gracias a sus imágenes pudieron observar que allí las tropas del FEMA efectuaban ejercicios de tiro y acumulaban gran cantidad de vehículos (para mover tropas y armamento). Al mismo tiempo, el senador electo por Michigan, Mike Hoadley, denunciaba las operaciones del FEMA en la zona, lo que hacía que la número 2 de la organización (que ha sustituido a la ejecutada Deanna Crisell) Jenna Peters negara las acusaciones: «ni tenemos intención de realizar una operación ni nada de lo que dicen los conspiranoicos es cierto».
Sin embargo, el mismo sábado por la tarde el General Smith había ordenado que se desplegara en la zona un equipo de marines con experiencia en recientes batallas contra el FEMA (en Hawai y la frontera sur, por ejemplo) y pidió la colaboración del comandante de los «Sombreros Rojos», Coronel Kurtz, (es decir, paramilitares, policías y fuerzas especiales retirados). Esa misma noche llegaron por tierra y aire al condato de Iosco, pudiendo comprobar que, para llamar menos la atención, los dirigentes del FEMA habían reducido el número de trailers a 20 y cuatro camiones tácticos. (Posteriormente se enteraron de que el resto de sus fuerzas habían cruzado la frontera de Canadá por Ontario y se habrían puesto al servicio del gobierno de Trudeau).
«Las fuerzas del FEMA que quedaban en el aeropuerto, sin embargo, no tenían medios de escape y no estaban preparadas para oponerse a la embestida de las fuerzas de la Unión que, al amparo de la oscuridad, rompieron las vallas de la base aérea y comenzaron a masacrar a las patrullas itinerantes que estaban mal equipadas y mal preparadas para luchar contra sus enemigos con una fuerza compensatoria». Según la fuente que informa a Real Raw News, «la sangre y los sesos brotaban por todas partes mientras las fuerzas de la Unión aplastaban a sus oponentes sin piedad, expulsando cargadores agotados y cargando otros nuevos cada pocos segundos en un justificado festival de matanzas. Los agentes que corrían hacia los camiones tácticos armados y blindados fueron de los primeros en caer, muriendo con las manos en los tiradores de las puertas y los pies tocando los estribos».
El FEMA había convertido un viejo hangar en un cuartel improvisado. Los agentes que se levantaban de la cama, sobresaltados, no tuvieron tiempo ni a ponerse los pantalones y fueron masacrados allí mismo.
Sólo se salvaron dos personas: un supervisor del FEMA de grado medio y un «asesor» del FBI, que ya están siendo interrogados.
La crónica termina recordando que una supervisora del FEMA se ha jactado en YouTube de que durante el huracán Milton sus fuerzas no ayudaron a las viviendas que sabían que eran propiedad de seguidores de Trump: han prometido arrestarla inmediatamente.
La crónica finaliza diciendo que los militares han recomandado a Trump disolver el FEMA «pero la decisión es suya. Mientras tanto vamos a hacer lo que debemos: deshacernos de esa basura».