«Ayer conocí a un chico, latino, que ha estado en cuatro ocasiones en la sauna Paraíso de la Calle San Bernardo.
Me estuvo describiendo el sitio y el tipo de clientes, las actividades que se hacen, unas a la vista y otras no.
Hay dos tipos de clientes. Los normales que solo consumen los servicios de la sauna, de piscinas, masajes, etc, en la parte baja, la que da a la calle. Y los clientes selectos, que solo van mediante invitación de uno de los socios.
El local se distribuye en tres zonas. Planta baja, las catacumbas, hasta siete pisos por debajo, y los áticos, siete pisos por arriba. Se conectan mediante un ascensor interior, acristalado, al que solo acceden los invitados vips. Ese ascensor tiene paradas en los pisos, pero dependiendo del color de la tarjeta que lleves, negra, gris o roja, tienes más acceso a más plantas y más servicios. La top es roja que te abre todas las puertas.
Los invitados vips van con capas, de colores, negras o rojas, con máscaras y desnudos, o en slip. No hablan entre ellos, solo mediante unos códigos de señales gestuales. El local del sótano y del ático se distribuye en cubículos y en cada uno se ofrece un servicio determinado, todos relacionados con el sexo, el erotismo, y otras perversiones.
En principio, nadie puede identificar si uno es un socio, un cliente o un invitado; aunque entre ellos se conocen, pero si llega alguien nuevo se pueden producir sorpresas.
Va gente muy famosa de todos los ámbitos de la sociedad.
En el caso de mi amigo, una de las veces, se sintió agobiado por la máscara y se la quitó mostrando su rostro. Entonces se le acercaron otras personas, que al verlo sin máscara, ellos también se la quitaron, e incluso, se despojaron de sus capas. Ni que decir tiene que iban desnudos. Dos de esas personas, eran políticos famosos que él reconoció, aunque no los identificó en ese momento, mujer y hombre. Fue más tarde cuando ha saltado el escándalo cuando los ha reconocido en TV. La T___n y Á____s. Es más, se fijó en que la rubia tenía un lunar encima de la nalga derecha, por la espalda.
También en la Sauna reconoció al cónsul de su país, Venezuela, en Barcelona, gracias al cual pudo renovar su pasaporte aquí en Barcelona, hace dos años.
Los locales tienen salidas de emergencia secretas, y están conectados unos con otros. En concreto él me dijo que la de Gran Vía y la de San Bernardo se unen mediante un túnel de tiempos de la guerra civil. Y existe otra por la zona de Carretas que le dijeron que también estaba unida a las otras.
La mayoría de la gente que va, bien como cliente, o como trabajador desconoce todos los vericuetos de esos locales. Lo que sí cuentan es que a veces ven a alguien que entra a un cubículo y ya no vuelve a salir, seguramente porque le suben al ático o a las catacumbas para servicios más especiales.
Esos locales tienen sucursales en todas las capitales de provincia y los socios convocan fiestas cada vez en un local diferente. Es una Red, y parece ser que la más cutre y pequeña está en Bilbao.
Este chico me cuenta que los dueños son cuatro socios, y uno de ellos es el que le invita de vez en cuando
Él confiesa que los tiene miedo, dicen que son peligrosos, y que fuera de ese ambiente no quiere mucho trato de favores con ellos porque luego se los cobran. Tampoco quieren dar testimonio público porque a él muchos le conocen y sobre todo uno de los dueños.
Por supuesto, van también como invitados mucha gente famosa del extranjero y de la vida social y política de España.
Relacionando esta información de este chico con la que me dió el muchacho que conoció a Sánchez en Mojácar, en 2013, ( Á.), que le propuso «trabajar para él» ahora entiendo para qué tipo de trabajo le pidió colaboración. Seguramente para la Red de saunas.
De hecho, era en Mojácar, donde en aquel año había un hotel, El Jardín del Edén, que era otro de esos centros de actividades secretas y discretas de las Élites. Pero en ese local había algo más que sexo. Eran laboratorios y cárceles para todo tipo de experimentos y tráficos.
Desconozco si el hotel lo gestionaba o no el Suegrísimo
De hecho, este A., en el 2018 acabó siendo fichado por un masón que le pidió sus servicios en la zona de Valencia, y también asistió a una de esas fiestas, de idéntica liturgia, en una mansión palacete de Segovia, en la que, por cierto coincidió con la pareja de artistas A. y M., que llevaba tras de sí a unos jovenzuelos dispuestos a realizar orgias en habitaciones oscuras del local.
Lo bueno es que ahora que los medios se están atreviendo a sacar todo esto, que es muy antiguo, los testigos van a ir hablando».