A ver cómo os lo cuento. Cómo os cuento que en mi vida he sentido tanta tensión como cuando la tremenda manifestación «Antipapa» llegó a la Puerta del Sol por la calle Carretas y se encontró con un pequeño cordón policial y un nutrido grupo de jovencísimos cristianos, que precedía a los cientos que andaban por la Plaza.
Los ánimos del grupo mayoritario de ateos (pero también cristianos indignados por las bestiales subvenciones estatales a la visita del Papa) que componía la manifestación estaban muy pero que muy a flor de piel, con la gente insultando a los jóvenes cristianos venidos a ver a su «representante de Dios en la Tierra, enfrentado a las huestes de Satanás». Realmente, la mayor parte de ellos no se enteraban de lo que estaba sucediendo y no podían comprender el odio que la visita de Ratzinger había desencadenado en Madrid. En sus cabezas, se disponían al martirio por defender las ideas de Cristo.
El Mundo al revés.
Los insumisos frente al Poder, los mismos que acusaban justamente a Ratzinger de «pederasta», los dignos herederos de Jesús de Nazareth, gritaban «Yo soy pecador, pecador, pecador» para enrabietar a los cristianos, con lo que, en realidad, estaban diciendo «Yo soy mentiroso, ladrón, asesino, corrupto, pederasta, violador», etc.
Los mismos libertarios que dicen abogar por la libertad sexual enarbolaban condones a modo de globo. Los mismos condones que han supuesto la cárcel para el pene, el origen de muchos de los casos de impotencia (realmente, ponerse ESA MIERDA es causa de que a uno se le baje la erección) y, por supuesto, los mismos condones, como Durex, de los que muchos rumores afirman que Vaticano SA es su máximo accionista.
Así pues, los que no follan defienden el sexo natural (sin condón) y los que supuestamente están a favor del sexo natural, defienden la cárcel de caucho para los penes libres.
El capitán de los abusadores de niños, es decir, la mayor fábrica de homosexuales (la mayor parte de los niños que han sufrido abusos, se convierten en homosexuales de mayores), defendido por aquellos que se oponen a la homosexualidad e insultado por aquellos que defienden la homosexualidad. Otra vez, el mundo al revés (lo lógico sería que Ratzinger fuera el Sumo Maestre del Movimiento gay, pues él mismo es, de acuerdo a muchos rumores, gay).
Pues eso, que con esta locura colectiva, me fui al otro lado del condón, perdón, del cordón, a ver cómo se veía la cosa desde el lado cristiano y uno no podía más que identificarse con lo que para ellos era un martirio frente a los insultos que llegaban del otro lado. No os podéis imaginar la tensión que se vivía. Como digo, en esos momentos me di cuenta de cómo se han debido de crear todas las guerras. De cómo la Iglesia católica creó las cruzadas, las provocó y las manipuló. De cuán fácil es conseguir que la gente se enfrente.
Pues estaba escuchando lo que se comentaba al otro lado del exiguo cordón policial cuando un señor cristiano (pensé) muy alterado se dirigía a la policía preguntándole como podía permitir que la manifestación llegara a Sol y, para calmarle, le dije que estaba permitida, a lo cual el señor montó en cólera y empezó a encararse conmigo de muy mala manera. Intentaba explicarle que tenían derecho (recordad que estábamos en «terreno cristiano») hasta que, ya muy enfadado, con las venas que se le salían por las sienes, me dijo algo así como «los cristianos sois así».
Entonces, me di cuenta del absurdo de la conversación que acabábamos de tener, porque él se pensaba que yo era católico y yo lo mismo, con lo que el tipo se había infiltrado para defender el derecho a pasar por la Puerta de Sol y entonces me di cuenta de que ayer era uno de esos días en los que las emociones podían con la mente. Allí me di cuenta de que se iba a liar, y gorda.
Aquello era el escenario de un campo de batalla a la antigua usanza. Una masa frente a otra, pero sin armas de fuego ni de ningún tipo: la originalidad residía en que era la palabra el único arma.
La presión de la manifestación laica era tan grande que acabó por rodear a la policía y empezar a infiltrarse. Entonces, aquello fue el caos pues lo que se encontró en la hacía solo tres meses unitaria Puerta del Sol fue un enfrentamiento entre el Bien y el Mal. Unos pensaban que los malos eran los otros y los otros, que los malos eran los unos.
Los niños cristianos venidos de todo el mundo, defendiendo al supuesto sucesor de Cristo en la Tierra y los ateos, hartos de la corrupción inherente a la Iglesia y contra el Papa defensor de los pederastas.
El partido se desarrolló más o menos así (multiplicados por cientos de grupitos, mezclados unos y otros, que se insultaban y se gritaban eslóganes).
Los ateos gritaban «El Papa es un nazi, El Papa es un nazi», y los cristianos respondían con un «Benedicto, Benedicto». A lo cual, los ateos respondían (perfectamente sincronizados con el ritmo del cántico enemigo) «Pederasta». «Benedicto» /»Pederasta»/ «Benedicto»/ «Pederasta».
Todo ello, a escasos metros de distancia los unos de los otros. Tan escasos, que en algunos momentos me tocó estar en medio de varios grupos al borde del enfrentamiento físico. (No os podéis imaginar la tensión).
La tensión fue subiendo de tono con el que fue, sin duda, el cántico ganador de esa noche: «Esa mochila/ la he pagado yo», en referencia a la mochila que portaban los cristianos, regalada por la organización, e indirectamente por todos los españoles, pues las subvenciones a la venida del Papa Pederasta han sido cuantiosas por parte de las distintas instituciones estatales.
Este eslógan, junto con el consabido «yo soy pecador» fue encrespando los ánimos, que hicieron que un chaval cristiano (que yo vi) lanzara una lata a la masa atea.
La siguiente escena que presencié fue una elegante cohorte cristiana con estandarte incluida, imprecada muy de cerca por los ateos, a punto de llegar a las manos. En un momento dado, un par de mariquitas en la cincuentena se dieron un poderoso morreo delante de los cristianos, después de lo cual, y sabiendo su martirio cercano, los cristianos se arrodillaron y se pusieron a rezar, Biblia en mano.
Poderosa imagen y poderoso movimiento de ajedrez.
Aquello dejó totalmente desconcertados a los ateos, que no salían de su asombro y gritaban otra vez que «ellos eran violadores, asesinos, ladrones y corruptos» (es decir, que ellos eran «PECADORES»), con lo que los cristianos consiguieron «apropiarse del Bien».
En ese estado de cosas, y aunque algunos de la marcha laica intentaban calmar a sus correligionarios, la cosa se fue de madre cuando entró una columna atea con banderas republicanas, del tipo «antifascista». Evidentemente, allí se estaba librando una batalla mucho más que religiosa y otros elementos del pasado estaban jugándose en la Plaza.
Allí fue cuando me di cuenta de que la jugada de Ratzinger/Benedicto había sido sumamente inteligente y había conseguido su objetivo de colocar la energía de la división en la revolucionaria Puerta del Sol.
En el grupito de antifascistas, destacaba un grupito de traviesas haditas que comenzaron a hacer que se masturbaban su miembro viril frente a los inocentes cristianos.
Una vez más, el mundo al revés. Las que debían haber sido dulces haditas, meneándose un pene inexistente, mientras los caballeros cristianos contemplaban, impotentes, la escena.
Entonces, comenzaron las escenas de amenazas y ataques entre unos y otros, pero con clara iniciativa de las huestes ateas, comprensiblemente indignadas por la subvención estatal al Papa Anticrístico, pero que cayeron como niños en la trampa que les habían tendido.
Las escenas de ataques verbales se sucedían por todas partes, con claro protagonismo de las mujeres ateas, lo que, por otro lado, desmiente por completo el revisionismo histórico feminista de que la guerra ha sido un invento masculino (Patriarcado) frente al pacifismo femenino (Matriarcado). Ayer se vio claramente que la mujer ha incitado a la violencia al hombre.
Bueno, pues caminábamos en dirección a un bar para tomarnos una cañita cuando contemplé cómo una pareja de cristianos veinteañeros eran imprecados con el consabido «Esa mochila, la he pagado YO» pronunciado por una veintena de laicos. El grito debía haber sido el enésimo que la linda parejita debía haber soportado, lo que hizo que el musculoso chaval (en camiseta de tirantes) se quitara la mochila, la tirara al suelo, cabreado, y se sentara en un bordillo con la cabeza entre las piernas, mientras su novia intentaba consolar su comprensible herido amor propio.
Aquella escena me conmovió poderosamente y no pude más que sentir una gran solidaridad por el guerrero herido en su amor propio, convencido de que estaba defendiendo el Bien y al que le acusaban de tener algo que no debía ser suyo.
Realmente, todo el mundo estaba siendo manipulado y nadie sabía muy bien qué hacía allí.
Llegamos a tomar las cañas y en los corrillos «ateos y laicos» se escuchaban las distintas conversaciones de lo allí ocurrido y había numerosas personas que intuían que la cosa se había «salido de madre» y lo que allí había sucedido era favorable al Papa, que se podía presentar como víctima.
Por detrás mío, escuché una historia más o menos así. «…y entonces, la policía tuvo que hacerles un pasillo para que pasaran, y los muy cretinos todavía iban saludando: ¡te lo puedes imaginar?».
Instantes después, llegó mi amiga Sara, del calendario 13 lunas, que empezó a relatar cómo había visto salir del Metro de Puerta del sol a un grupo de despistados cristianos que se encontraron en medio de territorio enemigo y la policía tuvo que hacerles un pasillo para que pudieran salir. Como había tantas cámaras grabándoles, se pensaron que eran las estrellas de la grabación y ¡empezaron a saludar al público! ¡era cómico!».
Pues eso, que cada cual vio ayer lo que quiso ver, cada uno vivió en su película y actuó de acuerdo a su sentido del Bien y del Mal.
Lo único que está claro es que el ganador de este partido fue Ratzinger/Benedicto, pues el espíritu armónico y de unidad que se plantó en Sol con el OM masivo, se rompió ayer con la batalla entre cristianos y ateos.
Mis respetos para Satanás por su inteligencia, pero la Batalla no ha terminado. Con mi próximo libro, el Vampiro quedará derrotado por los siglos de los siglos.
Lo juro.