Volver a Babilonia después de una semana conviviendo con la familia Arcoiris es como pasar del Cielo al infierno en sólo unas horas.
No lo puedo explicar de otra manera.
Sentirte pleno entre amigos y hermanos desde que te levantas hasta que te acuestas, sabiendo que todos están allí para apoyarte, en medio de la naturaleza… ver el atardecer todos los días como si fuera el acto religioso del día… charlar y cantar delante del fuego, haciendo pizzas, chapatis o pankakes con lo poco que tienes (pero que te sabe a gloria)… bañarte en el río en pelotas y después tomar el sol respirando ese aire que te llena de vida…
En ese estado de cosas, riéndome desde que me levanto, reencontrándome con la persona simpática que solía ser antes de meterme en este viaje sin retorno que ha sido la investigación sobre el Poder, me han surgido algunas buenas ideas.
La primera es lanzar (diseñarlo primero) el Pasaporte Arcoiris, el primer pasaporte mundial (salvo los de los diplomáticos) que te daría derecho a entrar a todos los países por ser un ciudadano del Planeta Tierra. La idea nace como una broma: se trata de imprimir una tarjeta con el seño de la ONU de fondo, tu foto, tu dirección, fecha de nacimiento y con el símbolo del arcoiris y enseñarlo en la próxima frontera que cruces: ¡a ver con qué cara te mira el policía! Después del pequeño vacile, le enseñas el de tu país y se acabó… (Se necesita diseñador-a para el pequeño trabajito. Cada uno se imprimiría el suyo y podría regalar a los demás).
Miles de bromas han surgido en estos días compartiendo con Pablito 13 lunas y convirtiendo las conspiraciones en la manera de hacer chistes.
«¿Te sabes aquella Conspiración que dice que…?» La Familia Arcoiris está en esto y la Conspiración como forma de ver la historia se ha impuesto, sin discusión, entre la gente que ya ha creado una nueva manera de vivir. Sin duda, el futuro del Planeta pasa porque la manera de vivir arcoiris (en el sentido de la convivencia, no en el de la tecnología, por supuesto) se imponga por ser más evolutiva.
En realidad, todos estamos viviendo, en muchos sentidos, en el modo de vivir hippie. Muchísimas de las costumbres y técnicas hoy en boga, comenzando por el yoga y la filosofía oriental, son regalos que los viajeros hippies trajeron a Occidente. También las fiestas trance, como me ha confirmado Dugel, el genial hippie alemán (??) que ha sido el maestro de ceremonias de nuestro pequeño campamento en lo alto de la montaña (la comunidad tenía sus «barrios»). El fue quien me ha contado que el primer Rainbow europeo se celebró en Polonia en el año 1991. Esta es parte de la historia que la oficialidad nos ha hurtado. Dugel me ha contado que las personas que organizan las raves están TODOS EN LA CONCIENCIA GALÁCTICA, lo cual no quiere decir, obviamente, que muchos de los que van a esas fiestas solo quieran fiesta, drogas y desenfreno, pero el caso es que las fiestas trance se crean con el objetivo de despertar a la población por medio del baile y los enteógenos.
Muchas más cosas e ideas han surgido en estos días pero, para mí, la más importante es la decisión en firme de ir a Israel el año que viene para hablar con la gente. Sincrónicamente, en el campamento había una alta judía (que al final no es judía sino holandesa) a la que he acercado a Madrid en su camino de autoestopista como es norma de la comunidad arcoiris. Estuvo un año viviendo en Israel/Palestina y me contó de la esquizofrenia de estar con unos y con otros y comprender la versión de los hechos de ambos. Estuvo viviendo con «gente Arcoiris» y me relató como cambian cuando están dentro de su país de cuando están fuera. En fin, me ha dado mucha información para prepararme para mi próximo viaje cuyo objetivo finales poder hablar abiertamente sobre la verdad del holocausto con los propios judíos.
Eso será dentro de un tiempo, de momento, me espera Barcelona (congreso sobre salud, 25 septiembre), Chile y Argentina en noviembre-Diciembre, y Segovia y Aguilar de Campoo este otoño.
Tengo la pila cargada para lo que sea…