Detrás de esta «noticia científica» aparentemente inocua, hay un notición que modifica la conciencia: la refutación de la tesis darwinista de la evolución frente al pensamiento de Lamarck.
Veréis: la ciencia moderna se basa en la fe ciega en que los individuos más adaptados lograban traspasar sus genes a la siguiente generación, pero no llegó a explicar si eso incluía su comportamiento (su inteligencia) sino sólo sus características físicas, cosa que de alguna manera sí admitió el competidor de Darwin, Lamarck, que propuso que las destrezas adquiridas durante la vida, se transmitían a la siguiente generación. (Al fin y al cabo, ¿cómo puedes explicar la evolución en sí misma si sólo transmites los genes con los que vienes a la siguiente generación, sin tener en cuenta lo que has aprendido en tu vida? Entonces, ¡es imposible la evolución porque no se transmite ninguna mejora!).
Uno llevaba años defendiendo que los comportamientos de los perros especializados -y adiestrados- en la caza, la pesca, la defensa de la granja o la pelea, es señal de que también los aspectos psicológicos se heredan, algo que este artículo científico (en inglés), demuestra. Las capacidades innatas de las diferentes razas de perros son la prueba de que también el comportamiento -y la inteligencia, hasta cierto punto- se heredan. Lo cual, obviamente, también ayudaría a explicar por qué existen tantas líneas genealógicas de artistas o científicos, entre otras cosas.
La siguiente reflexión debería ser «de cajón», pero al parecer un servidor es el único pensador que es capaz de relacionar las consecuencias para la humanidad de las investigaciones con animales: si se demuestra que, aparte del físico, también heredamos parte de nuestro comportamiento de nuestros padres, ¡os dáis cuenta del robo que supone para los niños que están naciendo a partir de óvulos o espermatozoides comprados por alguno de sus progenitores! ¡Les están robando el por qué de su personalidad! ¡Su brújula para caminar por la vida!
Pero este «descubrimiento» todavía tiene una consecuencia más importante: la posibilidad de que la moral humana sea hereditaria. Al fin y al cabo, ¿no es la moral un tipo de comportamiento?
Lo cual nos llevaría a algo todavía más inquietante (para algunos) que el rechazo, por ejemplo, de la homosexualidad, no sea una conducta aprendida sino innata en el ser humano, consecuencia de milenios de conducta adaptativa/evolutiva.
De ser cierta esta teoría que os expongo aquí, los «hijos» (comprados) por las parejas homosexuales de hoy en día -aún cuando los eduquen para aceptarlo como algo «normal»- es muy probable que crezcan rechazando la conducta de estos padres adoptivos.
Tomadlo como una teoría… o no.