Nos conocimos hace diez años, cuando él era un evolucionadísimo joven estudiante de psicología que rompía la censura alrededor de Ken Wilber y la psicología transpersonal (en la propia Universidad) y ¡mago en sus ratos libres! Una combinación que habla de que nos encontramos ante un individuo muy especial: mitad santo, mitad pillo. (Evidentemente, eso fue lo que hizo que nos hiciéramos amigos al instante).
Cuando nos reencontramos, hace poco en el Oeste Celeste, se había convertido en sufi de nombre Sihaubdin que ejerce como psicólogo y tiene contacto directo con las patologías diarias de nuestra sociedad. A su divertidísima conversación, une una gran agudeza intelectual, experiencia de la vida y una sincera humildad que le ha abierto las puertas de las altas esferas de la conciencia.
Sin lugar a dudas, podríamos calificarlo de un nuevo prototipo de «psicólogo índigo», es decir, un niño evolucionado y transgresor que ya ejerce profesionalmente en la sociedad pre-Acuariana.
PD: La cámara se mueve un poco al principio porque tenía un libro en la mano, pero luego se «tranquiliza».