España — 13 noviembre, 2017 at 4:47 pm

El escenario que se abre en España tras las elecciones catalanas

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Tras la «patada» que la fulgurante líder de la izquierda freudiana Ada Colau (una completa desconocida hace sólo tres años) ha dado a sus socios del ayuntamiento barcelonés del Partido Socialista, parece evidente que, aunque lo niegue, la sospechosísima líder* está preparándose para el asalto a la Generalitat el próximo 21 de diciembre.
Conociendo que los diferentes partidos independentistas van a ir cada uno por su lado, parece bastante probable que ni con las CUP lleguen a la mayoría absoluta y, por tanto, la alianza podemita en Cataluña de Ada Colau será la llave maestra que otorgue el gobierno a unos… o a otros. Y con este simbólico acto, la ex activista se decanta, claramente, por las filas independentistas.
Este mismo verano se reveló la celebración de una estratégica reunión en casa del dueño de La Sexta TV y Diario Publico, Jaume Roures, entre los líderes de ERC Oriol Junqueras-Marta Rovira, y Pablo Iglesias, Xavier Doménech y Ada Colau en la que se trazaron los planes para segregar España y conducirla a una «república mutilada». Después del 21 de diciembre viviremos el comienzo de una segunda deriva hacia el secesionismo en la que participará la «nueva izquierda podemita», que terminará de abrir los ojos a los pocos que todavía no se han dado cuenta de que su real ideología es la traición, lo que acabará de destruir este efímero sueño llamado «Podemos», creado por el troskysta millonario, Roures, con la extrañísima participación de los iraníes.
Si las encuestas ya les están dando por debajo del 15% de los votos, la previsible deriva independentista de Colau terminará por derrumbar sus apoyos en el resto de España, devolviéndolos a la clásica cifra del 10%, que siempre alcanzaba Izquierda Unida, con la salvedad de que, en este caso, será ¡con Izquierda Unida! ¿Cuánto tardará Alberto Garzón en darse cuenta de que es más útil avanzar por libre y que les está dando votos sin recibir visibilidad a cambio?
Es muy probable, por tanto, que incluso antes de las elecciones municipales Izquierda Unida se salga de este barco a la deriva y dé la puntilla a los ayuntamientos de Madrid y Barcelona, así como al «caballo de Troya imperialista catalán» en Valencia, conocido como «Compromís». Porque, evidentemente, cada día que pase la infiltración de los imperialistas catalanes en las instituciones valencianas y baleares va a quedar más clara y eso va a generar una reacción en los electorados de ambas regiones, que terminará por arrinconar a esa izquierda freudiana sectaria y traidora a más no poder.
Todas esas piezas se desconectarán, una vez que los de Colau vuelvan a la carga con la independencia, llevándonos a una tensión similar a la vivida en este fatídico otoño, mientras, por contra, la figura de Inés Arrimadas se refuerce más y más en Cataluña hasta convertirse en poco menos que un mito (va camino de ello), favoreciendo, por tanto, un reforzamiento de la idea de España en todas las regiones y que a medio plazo podría alterar la correlación de fuerzas con el PP. (Arrimadas es, con claridad, el mayor activo político que ha generado España -desde todos los puntos de vista- en muchas décadas).
En ese estado de cosas, la supuesta reforma de la Constitución en aras de una federalidad o «plurinacionalidad» (oxímoron del gusto de Pablo Iglesias), es posible que se encuentre cada vez con más detractores, visto que sólo serviría para destruir España y, por contra, vivamos un ascenso de la tesis hasta ahora minoritaria de suprimir políticos profesionales y funcionarios repetidos (100.000 millones cuesta, según Roberto Centeno), exigiendo que en ese referéndum se contemplen tres opciones:
-Dejar la constitución como está.
-España Federal.
-Disolución de las autonomías.
*Una estrechísima colaboradora de Colau cuando estaba en la Plataforma de Afectados por las Hipotecas me contó en su día que preparó su asalto a la política en aquellos días con las ayudas monetarias que recibía de personajes públicos como El Gran Wyoming y Jordi Évole.