Dejando a un margen el evidente hecho de que el problema secesionista va a seguir coleando durante años, la tremenda victoria de Inés Arrimadas al frente de Ciudadanos en Cataluña abre una nueva perspectiva a nivel nacional.
El varapalo sufrido por el PP, primeramente, pero también el PSOE y Podemos, a manos de la formación naranja, augura una próxima victoria, también, a nivel nacional del partido liderado por Albert Rivera en las próximas elecciones.
Las catalanas demuestran que la ‘burbuja Podemos’ ha pinchado definitivamente, que el ‘efecto Pedro Sánchez’ también se diluye y que, sobre todo, los votantes asqueados del PP por su corrupción ya tienen una opción sólida mediante la cual abandonarlos.
En otras palabras: que Ciudadanos va a absorber a una gran cantidad de los votantes del PP, a una parte de los del PSOE también y que los de Podemos dejarán de votar o, incluso, algunos pocos,se pasarán a Ciudadanos.
De manera que -paradojas de la vida- el proceso secesionista catalán ha propiciado el comienzo de una regeneración para todo el país. Obviamente, dentro de los límites impuestos por el Gobierno Mundial, puesto que todos sabemos que Rivera no se sale del discurso políticamente correcto, aunque la llegada de gente nueva, por lo menos, puede servir para regenerar la escena política.
Por otro lado, las elecciones catalanas también suponen un duro varapalo para el movimiento gay, puesto que el primer candidato abiertamente homosexual que se presenta como líder no ha conseguido la confianza más que de una minoría y la «salida del armario» de Ada Colau (buscando conectar con una parte del electorado freudiano) también se ha estrellado.
Por último, y no menos importante, la aparición de Inés Arrimadas en la política española marca un cambio trascendental para la mujer española; un nuevo modelo de mujer con carácter pero que no renuncia a su femineidad. Veremos a ver si no cae en la trampa feminista…