En estos días del final de la mayor locura que ha vivido jamás humanidad alguna en la historia de la Creación, la Justicia divina se hace cada vez más presente en la forma de la más sutil de sus afirmaciones: la paradoja.
Lo vimos al comprobar cómo una cleptómana (Cristina Cifuentes) había dirigido durante largos años a la policía de la capital de España, y lo volvemos a ver cuando los políticos de la línea ideológica que ha legitimado la intromisión del Estado en todas las parcelas de la vida privada («lo personal es político», que dijo Foucault) ahora reclaman su privacidad frente a los medios de comunicación que ellos han alimentado con sus pornográficas ideas.
Lo dije el día en que se supo que Irene Montero esperaba mellizos de Pablo Iglesias: la feminista acabaría destruyendo al demagogo por antonomasia, al varón avergonzado de su masculinidad y entregado a su propia castración. Pero la fagocitación del varón domado por parte de la mantis religiosa Montero ha llegado mucho antes de lo que yo esperaba: ha comenzado con la compra de la propia casa que, como muchos estáis comentando en los foros, no ha podido ser una idea más que de la propia Montero, que piensa más con sus histéricas emociones que con su cerebro y ha metido al planchabragas de Iglesias en el marrón que acabará con su carrera.
La rueda de prensa en la que Montero pronuncia catorce veces el plural «Nosotras» delante de su «marido» acongojado pasará a la historia como el momento en el que el macho de la especie humana cayó más bajo en toda su historia; uno de esos vídeos que se proyectarán en los siglos venideros como ejemplo de lo que jamás debe ser un varón. Un varón tan falso que, mientras se dedica a destruir las familias ajenas bajo la paranoia de que todos los varones desean el mal para sus mujeres, pide ahora «¡que se respete a la suya!»
Bueno, pues este es el momento en el que te vas a dar cuenta de que Dios, y la Justicia, existen, querido Pablo: el monstruo feminista que has alimentado y al que rindes culto explotando a las masas zombificadas ha comenzado a devorarte. Y no va a dejar de tu supuesta rebeldía libertaria más que… la coleta. Porque una feminista, lista como ella sola, narcisista patológica y además psicóloga, no tiene ni para el primer asalto con un varón que ya, desde el principio, no es que se considere inferior sino que admite la desaparición de su voluntad ante la primera persona del plural en femenino. Simplemente, Pablo Iglesias no existe ya, y no es exageración ni invención mía: ellos dos juntos son NOSOTRAS y él lo asume sumisamente cual perrito faldero. La que manda es Irene, por tanto.
Un pronóstico: Irene te dejará sin casa, sin hijos… y sin partido. (Lo último no es mío, pues al parecer ya se está preparando la sucesión de Irene por Pablo para el 2020, lo que pronostica el ansiado matriarcado en manos de la «portavoza», o lo que es lo mismo: la histeria al poder).
La mantis religiosa ha comenzado a hacer su trabajo. Podemos se ha convertido en «Sálvame». Háganse con un cubo de palomitas.
A partir del minuto 4, el patético momento.