Quien llegue tarde a este capítulo de la gran Conspiración, que se lea este artículo.
El ex director de la revista Forbes en Japón, el canadiense Benjamin Fulford, cabalga de nuevo, al presentar en sociedad a un ex jefe de la sociedad secreta nipona «Ninja», hasta ahora al servicio de Rockefeller, que se ha pasado al lado de los buenos.
Fulford relata en este artículo la creación de la orden de los ninjas en el siglo VII y que hoy se divide en tres escalones, el primero, expertos en artes marciales (cuyo jefe ha entrenado a 170.000 agentes de la CIA. MI5 y el Mossad). El segundo, estrategas militares y políticos (burócratas) y el tercero, los agentes de alto nivel asesores directos de los que mandan. Hasta ahora, al servicio del emperador japonés, de los Rockefeller y los Rothschild. Que el tal Shiramine fuera un agente iluminati infiltrado en el servicio al emperador, y descubierto, fue la supuesta razón para que se confesara ante Fulford y le contara, entre otras cosas, que David Rockefeller ha «abdicado» en favor de su sobrino Jay, y que los Rothschild han hecho lo propio, siendo David de Rothschild el actual «emperador» de este gobierno global.
Fulford cuenta que el emperador japonés sabe a ciencia cierta que su dinastía se remonta a hace 8.000 años, lo que la hace anterior al supuesto comienzo de la civilización babilónica. En otras palabras, que la familia real nipona es consciente de que son descendientes de la civilización atlante. Las evidencias de que han habido civilizaciones más antiguas que los que nos cuentan los historiadores aparecen por doquier, por ejemplo, en India. Estos supervivientes de la Atlántida con conocimientos tecnológicos superiores al resto fueron quienes se convirtieron en «dioses» de Mesopotamia, conocidos como «reyes» o «faraones» y serían los familiares de los actuales gobernantes en el Planeta, como la Casa Windsor. Los caballeros de Malta o la Orden jesuitas y logias francmasónicas serían los que median entre los «dioses» y los esclavos constructores de las pirámides (el pueblo, tú y yo). De acuerdo a esta información de Fulford, el Emperador de Japón sería el representante de la Casa real británica en Japón y la logia francmasónica de Filipinas, fundada por el General MacCarthur al terminar la Segunda Guerra Mundial, quien maneja los hilos de la política japonesa en la sombra.
Fulford muestra en el artículo que podéis ver a continuación, la medalla que le ofrecieron para formar parte de los Iluminati japoneses (junto a una suma de millones de dólares) y que rechazó cuando se enteró de los planes de la élite para acabar con millones de personas con el fin de «salvar el Planeta». Fulford afirma que esta secta ha asesinado a varios dirigentes japoneses que, a lo largo de las últimas décadas, trataron de paralizar sus planes y que se ha utilizado HAARP para crear terremotos y modificar el clima como método de presión sobre estos mismos políticos. Especialmente, cuando durante la administración presidida por Koizumi, los Rockefeller y los Rothschilds se hicieron con el control de los sistemas informáticos bancarios japoneses.