¡Quién iba a suponer que la «revolución sexual» iba a terminar teniendo que firmar un contrato para poder follar verdad? Pues sí, es lo que pasa cuando legitimas que el propio Estado lidere una revolución contra sí mismo.
El anuncio por parte de la amargada ministra de igualdad española, Carmen Calvo, de que un acto sexual en el que la mujer no dé su consentimiento expreso ha poblado la red española de propuestas de contrato para el coito, en una típica reacción humorística española ante el horror.
Los varones (y algunas mujeres) izquierdistas están despertando con horror a la realidad de la perversión de sus dirigentes, lo que se consumará en la autodefunción del partido liderado por el macho delta Pedro Sánchez, que mantiene una vergonzante competencia con Pablo Iglesias por ver cuál de los dos está más acomplejado de su condición viril y más arrastrado ante el poder feminista.
Desde el punto de vista político, hay que analizar estas medidas atendiendo al creciente despertar sobre la paranoia de la violencia de género, que los youtubers jóvenes está convertiendo en viral: sólo así se puede entender que, de repente, la propia ministra modifique el método contabilizador de estas fantasmales muertes y anuncie ¡que las va a contar desde el año 2000! Hay que engordar las cifras «ahora que se han dado cuenta de la mentira» y, sobre todo, encontrar otra fuente de conflicto entre el hombre y la mujer, que bien puede ser el despecho de la mujer después del típico folleteo de borrachera, ¡que podría enviar al hombre a la cárcel!
La paradoja de que el sexo casual se puede convertir en delito va a hacer (según mi modesto entender) que se potencie la pareja y el matrimonio, donde se asegura el coito de manera regular «dentro de un contrato».
Tan es así que, cuando mi amigo Paco me bromeó sobre el primer contrato diciendo que «faltaban los testigos», me quedé pensando en lo que se parecería al contrato matrimonial (si sustituimos el sexo por el amor completo): ¿no será que el matrimonio surgió por esta misma necesidad de no provocar desorden social?
Pues eso, la defunción del PSOE (y Podemos) ha comenzado porque muchos de sus votantes están espantados de la medida.
Un buen ejemplo de a dónde lleva la locura moral de la izquierda freudiana es recordar aquella mítica declaración de la diputada de Podemos Clara Serra en La Tuerka en la que abogaba por la «violación consentida» con su pareja. En Zaragoza, una pareja decidió ponerla en práctica y… ¡el hombre acabó siendo denunciado por violación!
PD: Por supuesto, ninguna de las anteriores explicaciones minimiza ni suplanta la importancia de la reciente visita sorpresa de George Soros a su empleado, Pedro Sánchez.
PD 2: Pensando en positivo, la descarada intención de destruir las relaciones hombre-mujer de esta medida va a hacer que muchos cuestiones la ley de violencia de género, con lo que esta locura va a contribuir al despertar de la población (masculina).
PD 3: Evidentemente, lo de la falsa violación de La Manada en Pamplona era parte de esta ingeniería social. Lo hemos visto en directo.
Hombre y Mujer — 11 julio, 2018 at 8:01 am