Seguidamente, os ofrezco algunos párrafos sumamente interesantes contenidos en el libro que el general Francisco Franco escribió, bajo el pseudónimo Jakim Boor, sobre la masonería. Tenéis el libro completo, aquí, que refuta la teoría de la conspiración jesuita, defendida por algunos investigadores conspiranoicos.
Un rey, dos infantes y varios duques, marqueses y otros nobles ejercieron altas jerarquías y hasta el cargo de gran comendador al correr del siglo XIX; rodean el Trono en el reinado de Carlos III bajo la sombra del todopoderoso conde de Aranda, de tristerecordación. Un duque de Alba, contemporáneo de aquel Monarca, fragua el motín deEsquilache, que luego achaca, hipócritamente, a los padres jesuitas. A su muerte se retracta de sus yerros con el obispo de Salamanca, ante quien se declara autor del motín,
que había organizado por odio que confesó tenía a la Compañía de Jesús.
Participaron con atrevimiento en la maniobra el masón francés duque de Choiseul, el conde de Aranda,el de Campomanes, Azara y el entonces ministro de Estado don Ricardo Wall. En elexpediente secreto contra los jesuitas intervinieron igualmente masones tan sólo, bajo ladirección y estrecha relación de Alba, como fueron don Miguel María de Nava, don Pedro Rodríguez Campomanes, don Luis del Valle Salazar y don Pedro Rico Egea, miembrostodos destacadísimos de la gran logia española.El asesinato del general Prim por las logias españolas, demostración elocuente de la anarquía y criminalidad que en ellas reinaba, motivó la retirada del Rey saboyano; tras elcaos de la República, en que las logias vivieron en plena anarquía y luchas intestinas, larestauración de Alfonso XII parecía que, por las promesas solemnes hechas altradicionalismo, iba a librarnos de aquella influencia nefasta; pero la adhesión a la Monarquía del partido liberal republicano, bajo la jefatura de don Práxedes Mateo Sagasta,llevó a los diez meses al Poder a este ilustre masón, que, con el nombre simbólico de“hermano Paz” y con el cargo de gran comendador de la masonería española, fué desdeentonces el inspirador de toda la política monárquicoliberal contemporánea.La masonería española se distinguió siempre por su carácter eminentemente ateo y antinacional.
La encontramos inspirando al Trono y dominando al Gobierno en la primera expulsión de los jesuitas; se repite con la Reina Gobernadora, cuando el masón Mendizábal pone a su firma el decreto-ley de disolución de las Ordenes religiosas y ellatrocinio de sus bienes; domina el Gobierno y las Cortes españolas en los tiemposmodernos, cuando de nuevo se disuelve la Compañía de Jesús, se queman las iglesias yse promueven persecuciones. De origen masónico fueron todos los movimientos revolucio-narios que en siglo y medio se suceden en nuestro territorio, y los de secesión de nuestrosterritorios de América, y masones los gobernantes y generales comprometidos en todaslas traiciones que mutilaron nuestra Patria.
Masón era Morayta y los que con él Masón era Morayta y los que con él desde España alentaron la insurrección cubana,y masones los que en las Cortes, y a espaldas de aquel Ejército, los traicionaron para larenuncia y la rendición; masones eran muchos de los políticos constitucionalistas quearrastraron con sus consejos en los ultímos tiempos en su caída a la Monarquía, ymasones los que recogieron con la República el fruto de aquella hipócrita traición, eigualmente masones los que entregaron España a las Brigadas Internacionales y a laschecas y comisarios de Moscú.
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Son múltiples las publicaciones masónicas que al correr de los años han aportadouna prueba abrumadora de estas traiciones; pero no es necesario retroceder en la Historiapara constatar tales hechos. El año último se publica en América, por la editorial Kler, deBuenos Aires, una novísima edición del Diccionario Enciclopédico de la Masonería,redactado por dos eruditos francmasones, don Lorenzo Frau Abrines y don Rosendo ArusArderíu, grados 33 del rito escocés antiguo y aceptado, y el segundo de ellos gran maestrede la gran logia regional catalanobalear. En él aparecen retratados, con sus mandiles y atributos, muchos de los principales personajes de las distintas naciones, a quienes por sualta jerarquía política los consideran dignos de figurar en su libro de honor. No faltan en éllas figuras históricas españolas, y en el tercer tomo, en la parte histórica de la masoneríadestinada a España, confirma con las siguientes palabras su acción decisiva bajo nuestraRepública: “149 masones conocidos figuraron en las Cortes Constituyentes de laRepública, aparte de los ministros, subsecretarios, gobernadores civiles de las distintasprovincias y directores generales” (página 467 del tomo tercero)
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Ni los intereses supremos de la Patria, ni el general del pueblo, ni el respeto a laconciencia religiosa de los más, ni los sentimientos del honor o de la propia estimaciónrepresentaron nada frente a la obediencia obligada a los Poderes ocultos superiores. Ycuando en casos aislados se produjo la rebeldía a la demanda o habló el patriotismo bocade sus gobernantes masones, la mano de algún desalmado fanático comprado se encargóde la correspondiente ejecución masónica. Prim, Canalejas, Melquiades Alvarez y Salazar Alonso fueron, entre otros muchos, masones ejecutados por designio expreso de lamasonería para vengarse de su rebeldia.