Presentando con normalidad el contenido de mi último libro «La Conspiración del Movimiento Gay», tengo la oportunidad de conversar con viejos amigos, colaboradores y seguidores de la página desde hace muchos. De alguna manera, aún a cientos de kilómetros de distancia, estamos haciendo un largo camino juntos, compartiendo percepciones, por lo que la familiaridad se desarrolla rápido.
Gracias a estas últimas conversaciones puedo contaros que algunas personas (las despiertas del todo) están -estamos- empezando a tener experiencias diarias en las que nos llegan mensajes e incluso visualizaciones del futuro. Eso le pasó a Jedimálaga, según me pudo corroborar el administrador de la Red Jedi Evolution cuando anticipó el terremoto de Japón porque ‘vió’ el post que aparecería en el foro de la Red Jedi un día antes de que se publicara.
Algo similar me ha contado el marino Ignacio, con una experiencia de precognición que me invita a asegurar aquí mismo, que los «conspiranoicos» que lleguen al final de su investigación y estén, al mismo tiempo, en el mundo espiritual, se van a convertir en las personas con mayores capacidades paranormales del Planeta. El otro día, el místico sufí Maulana aseguró en una charla que los despiertos van a comenzar a materializar sus deseos en estos próximos meses.
A fe que puedo dar fe de ello.
Y para llegar al final de esta investigación, hay que leerse «La Conspiración del Movimiento Gay». Después de eso, ya no hay nada más. Os lo aseguro.
Bueno, pues hoy lunes (que es cuando escribo estas líneas) he cruzado la frontera y me he llegado hasta el enclave inglés del peñón de Gibraltar. Un sitio que siempre me ha atraído y me ha parecido sumamente interesante. Su mezcla de gentes, su historia, su presente…
Como sabéis, al igual que todos los paraísos fiscales, Gibraltar vive del dinero negro que se esconde en sus sociedades opacas: el perfecto lugar para que los Urdangarín del mundo escondan sus botines.
Me ha sorprendido su escudo (que tiene un unicornio) y la cantidad de cruces templarias que hay en las iglesias de todo tipo. Su bandera es similar a la del estado de Malta y, de hecho, hay muchos malteses viviendo en este paraíso fiscal.
En lo que no había caído es que en esta pequeña y rica comunidad hubiera tantos judíos como hay, controlando las joyerías, como suele ser de rigor y me temo que muchas cosas más.
En la placa que habréis visto en este post, descubriréis que la casa donde está la gobernación de Gibraltar fue de un judío sefardita y pasó por las manos de la familia Larios (la de la Ginebra) hasta su estado actual.
