Cada vez, los periodistas izquierdistas dan más vergüenza ajena. Es tal su deseo de negar la realidad, que confunden ese deseo con los hechos objetivos: intentaron negar el efecto llamada, usando cifras que evidenciaban lo contrario.
Cada vez, los periodistas izquierdistas dan más vergüenza ajena. Es tal su deseo de negar la realidad, que confunden ese deseo con los hechos objetivos: intentaron negar el efecto llamada, usando cifras que evidenciaban lo contrario.
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