Demasiadas coincidencias están ocurriendo en estos días previos a las elecciones; demasiadas, y demasiado parecidas a los prolegómenos de la guerra civil.
El PSOE provoca a los tradicionalistas con la exhumación de Franco, a pocos días de las elecciones, y coincidiendo con la publicación de la sentencia de los secesionistas, que origina –como se esperaba– unas algaradas, apoyadas por el propio gobierno regional catalán, que podrían llevar a la declaración del estado de emergencia, o el de excepción, excusa perfecta para anular las elecciones. Todo ello, sincronizado con unas sospechosísimas manifestaciones de jubilados para calentar la calle (recordemos que Largo Caballero organizaba huelgas generales desde el propio ministerio de trabajo de la República).
Hay que estar muy atentos, porque ya sabemos que Pedro Sánchez es el nuevo Largo Caballero, y no se va a marchar sin antes incendiar el país o llevarlo al enfrentamiento civil.
Para saber lo que quiere hacer Pedro Sánchez, hay que conocer lo que ocurrió en la II República española.
