Con la presencia de Lord Monckton, verdadero motor del movimiento, y el ex asesor de Trump, William Happer, tuvo lugar la contracumbre sobre el cambio climático, en un hotel cercano al aeropuerto de Barajas madrileño.
El director del lobby libertario The Heartland Institute, organizador del evento, recordó que desde que en los años noventa el panel de expertos de la ONU IPCC comenzó a regar el Planeta con sus apocalípticas predicciones no ha acertado ni una y, para justificarse, sus tesis han ido cambiando para considerar como «producto de la acción humana toda clase de accidentes meteorológicos: volcanes, sequías, olas de calor, huracanes, terremotos… De todo tiene la culpa el ser humano». Y añadió «sus predicciones de que la temperatura subiría 0’3º cada década se han modificado a 0’2º pero siguen alarmando a la humanidad con que las aguas van a inundar las ciudades costeras cuando la evidencia apoya que, en el mejor de los casos, apenas están variando unos pocos milímetros».
El ingeniero holandés Gus Berkouht resumió seis puntos fundamentales del fracaso del modelo oficial que trata de asegurar que el clima está cambiando por la acción humana:
1-El calentamiento es mucho más lento de lo que predijeron. (Las estimaciones realizadas a comienzos de los años 90 han fallado estrepitosamente).
2-Factores naturales y también antropogénicos causan calentamiento.
3-Las políticas climáticas se basan en modelos inadecuados, y a modelos equivocados, políticas equivocadas.
4-El CO2 es la comida de la plantas y la base de la vida en la Tierra.
5-El supuesto cambio climático no ha incrementado los desastres naturales.
6-Las políticas climáticas deben respetar tanto la realidad científica como económica.
El físico, profesor emérito de la Universidad de Princeton, ex asesor de Donald Trump hasta hace dos meses, Will Happer era la figura más esperada y no dejó títere con cabeza. “No hay emergencia climática; lo que hay es una religión alrededor de este tema, que no ciencia. La ciencia no es democrática, ni se vota. Son los datos los que mandan, no el ruido que se haga». Happer reconoce que él creía en esta teoría hasta que en 1982 los datos le hicieron cambiar de opinión. «Aquí el problema son las subvenciones a los científicos por parte de los gobiernos, lo que hace que estén exagerando los datos. Lo cierto que es difícil de predecir el aumento de más de un grado centígrado en la temperatura del planeta. El mundo está en un estado de histeria. La gente está confundiendo el CO2 con la contaminación, cuando la realidad es que el CO2 no se ve, y es vital para el desarrollo de las plantas».
Durante las conferencias nos enteramos, por boca de diferentes expertos, que la histeria se ha desatado porque, sencillamente, los métodos de medición de los diferentes sucesos relacionados con el clima, han cambiado. Así, Stanley Goldenberg, especialista en huracanes, explicó que «antes se seguían los huracanes desde los observatorios costeros, pero cuando empezaron a utilizarse los satélites, lógicamente se detectaron muchos más que no llegan a las costas porque mueren en el propio mar, de manera que, cuantitativamente, sí es cierto que han aumentado de número, pero, como digo, esto se explica porque ha mejorado el método de medición”. Asímismo, los observadores meteorológicos más antiguos, que inicialmente estaban a las afueras de las ciudades, han quedado absorbidos dentro de ellas, con lo que sus mediciones más lejanas en el tiempo han tenido que ser homogeneizadas bajo este párametro; al parecer, en ese proceso se ha exagerado la diferencia entre la temperatura anterior y la actual. Goldenberg mostró cómo las temperaturas no han aumentado significativamente en Estados Unidos en los últimos 100 años, ni las sequías ni el nivel de los grandes lagos ha disminuido, como se suponía que debía haber ocurrido.
Por su parte, el ex asesor de Margareth Thatcher, Lord Monckton, focalizó su intervención en las devastadoras consecuencias que los impuestos a la emisión de CO2 van a ocasionar en todos los países, comenzando por los no desarrollados, a los que se va a impedir la industrialización, pero también a los desarrollados, cuyos habitantes van a tener que soportar unos brutales aumentos de precios, comenzando por el de la luz, consecuencia de los impuestos que se van a colocar a la energía, que repercutirán, a través del transporte, a todo tipo de productos.
El ingeniero chileno Douglas Pollock explicó cómo las medidas de la ONU han sido las verdaderas responsables de las revueltas socialistas que todavía afectan al país andino, pues el detonante de ellas (la subida del precio del billete de metro en Santiago) ¡fue consecuencia del cambio del modelo energético a instancias de los protocolos aprobados en París!
Según Pollock, la «contribución» de un país como España a la emisión de CO2 y al supuesto aumento de la temperatura es, simplemente, rídiculo: 0’0000…