Parece que Asier Martiarena, corresponsal de La Vanguardia en Madrid, debe ser el único residente en la capital de España que no se ha enterado del tremendo «zasca» que les supuso a los ínclitos metepatas, Gabriel Rufián y Antonio Maestre, el acusar a Vox de haber provocado el ataque contra un conflictivo centro de menores extranjeros en un barrio madrileño, porque al poco se supo que el agresor era, precisamente, magrebí.
Sobre la motivación del ataque no se sabe nada, de momento, aunque no me extrañaría que hubiera estado coordinado por los propios izquierdistas/independentistas, que no esperaban que fuera detenido.
Lo dicho: Asier, lo menos que puedes hacer es pedir perdón, comenzando por el director de tu periódico.