El fenómeno Greta Thunberg ha comenzado su irrefrenable caída al infierno, dejando entrever el nivel de su mentira.
Resulta que, al terminar el fiasco de Madrid, se fue a su Suecia natal en tren y, ya por Alemania, se le ocurre tuitear una foto en la que se la ve en el suelo del vagón, con sus maletas, en plan outsider-interraíl, quejándose de «el tren abarrotado».
El problema de esta contestaria pose es que la niña Greta tenía billete de primera clase, como ha respondido el servicio ferroviario alemán, únicamente que su tren inicial, de uno de los tramos, quedó fuera de circulación.
Greta es un fraude, una pose barata y artificial.