Confirmando las previsiones de este cronista, el periodista judeocanadiense Benjamin Fulford está aportando pruebas en su último informe de que el coronavirus es una conspiración judía, que los gobiernos chino y norteamericano están tratando de sacar a la luz en estos días.
Aunque las informaciones en torno al tema son escasas, los rumores que le llegan a Fulford apuntan al gobierno israelí de Netanyahu como cerebro de esta pandemia. Entre los pocos datos de que disponemos, al parecer el gobierno chino ha preguntado al norteamericano cómo es que se encontraron unos barriles con contenido de guerra biológica en el consulado USA en Wuhan. Un medio ruso es el único que ha resistido la censura en torno a esta explosiva información. Por su parte, los científicos indios que afirmaron haber encontrado cepas del VIH en el coronavirus han tenido que retractarse, antes las amenazas de muerte recibidas.
El diario israelí Jerusalén Post está contando que en Oriente Medio se acusa a Israel y Estados Unidos de la extensión del virus, y la prueba es que no está afectando al país judío.
Pese a esos intentos de catalizar una guerra entre China y Estados Unidos, los presidentes de ambos países han mantenido una conversación telefónica, en la que Trump ha prometido compartir información acerca de lo que saben sobre el virus. De hecho, Trump ha comunicado a su homólogo chino que ha detenido a tres agentes que han colaborado con la creación de esta bioarma, uno de los cuales ya os lo conté: el científico (judío) de la Universidad de Harvard, Lieber, que a su vez tenía un colaborador en el laboratorio biológico de Wuhan.
Por último (por el momento), en lo que parece ser una venganza por lo ocurrido, el científico Frank Plummer «reconocido como uno de los máximos expertos en el VIH, SARS y Ébola, murió repentinamente el pasado 4 de febrero…
