Detenida desde el mes de julio del año pasado, la que fuera jefa del servicio secreto (encargada de proteger a ex presidentes y mandatarios) durante el gobierno de Biden, Kimberly Cheatle, ha permanecida encerrada en una celda de Guantánamo desde que fuera detenida, y acusada de no haber protegido a Donald Trump cuando le intentaron matar hace un año. En los interrogatorios a varios de los guardaespaldas que debían haber «limpiado» el área circundante, confesaron que la propia Cheatle les conminó a no dar importancia a los mensajes amenazantes a Trump interceptados en los días previos, algo que fue corroborado cuando se les intervino sus teléfonos.
Tras un intento de suicidio, Cheatle fue llevada a un psiquiátrico y actuó como si estuviera loca, cosa que fue refutado durante un análisis, pues precisamente presumía de su supuesta demencia cuando los verdaderos locos lo niegan.
Todos estos meses ha habido un gran debate sobre si debía ir a juicio o no, hasta que el criterio de la Almirante Reynolds, que ejerce de fiscal militar se impuso: según ella, el intento de suicidio corroboraba su culpabilidad, porque, si no, no lo hubiera intentado.
Así las cosas, y según la crónica de Real Raw News, se decidió que no habría juicio militar, y el pasado 17 de abril fue ahorcada, acusada de «traición».