Real Raw News se hace eco del anuncio por parte de Trump el pasado viernes de que va a despedir a 1.2000 empleados de la CIA en los próximos años para ahorrar dinero al erario público.
La realidad, según esta web que supuestamente se nutre de filtraciones militares, es que el presidente Trump ya ha reducido el número de empleados en las «agencias de tres letras» (CIA, FBI, NSA), y no por razones presupuestarias; nada más llegar al poder Kash Pattel ordenó que una cantidad indeterminada de agentes del FBI fueran enviados a Guantánamo, y en marzo fueron detenidos otros cuatro agentes, acusados de estar planeando el secuestro del presidente para obligarle a que inicie una guerra nuclear.
Siempre según estas fuentes militares, hasta el momento han sido despedidos 337 agentes, 227 han sido detenidos, y cinco han muerto en enfrentamientos con los marines cuando iban a ser arrestados. Se ignora el/los lugares donde han sido encarcelados porque se quiere evitar a toda costa que sus compañeros organicen una operación para liberarlos de prisión.
«Sabemos que una gran parte de la CIA, y de otras agencias de inteligencia, es Estado Profundo. Despedirlos es un asunto arriesgado porque muchos de estos tipos son agentes veteranos con una gran cantidad de datos clasificados que no queremos que salgan a la luz pública, o vendidos a naciones delincuentes. Por lo que hemos notado, los agentes despedidos se están agrupando para destruir al presidente; determinar cuáles y cuántos de los 22.000 son del Estado Profundo es una tarea enorme», ha dicho una fuente que informa a Real Raw News, que calcula en «miles» los agentes de la CIA que son fieles a Obama.
La crónica acaba con un párrafo que suena a amenaza.
Comienza diciendo que esos agentes están preparados psicológicamente para soportar la tortura (menciona expresamente la de meter la cabeza en un cubo de agua hasta llevarlo cerca del ahogamiento).
Luego se autopregunta si es posible que algún inocente haya sido sometido a tortura y se contesta así: «Mira, eso sería desafortunado para ellos. A pesar de su entrenamiento, algunos se han quebrado y se han ido de la lengua, dándonos nombres. No digo que no se cometan errores. Pero tenemos que atraparlos, encerrarlos. Si tienes tres o cuatro mil agentes de la CIA del Estado Profundo por ahí, libres, el daño que podrían crear es catastrófico. No es como despedir a algunos impotentes de USAID. Debemos asegurarnos de que los maestros del espionaje y el asesinato con rencor no queden sueltos en la calle. Si no lo conseguimos, estamos jodidos».