Del 4 de octubre de 1582 se pasó al 15 de octubre (eso sí, del mismo año). Así cuenta esta crónica de cómo se reformó nuestro calendario por obra de la Iglesia católica.
¿Habrán tenido en cuenta este dato hombres como Terence McKenna o José Argüelles al lanzar la fecha del 21 de diciembre como el fin de la cuenta larga del calendario maya? ¿Habría que modificar esa fecha en función de este dato y trasladarla al 2 de enero del 2013?
Ayer, hablando con mi amiga Maribel, de Sevilla, sobre el libro que está a punto de editar acerca del encuentro de las almas gemelas (muy relacionado con el nuevo ciclo que vamos a comenzar) me citó un poema que habla de la sensación de temblor cuando uno va al encuentro de su amada, lo que los escaladores llaman «la motocicleta».
Entonces me vino que, si realmente ocurriera algo en esa fecha, si de verdad estuviéramos a punto de vivir un cambio tan monumental como para trastocar los fundamentos en los que se asienta nuestra civilización, perdón, nuestra esclavitud, allá por el 10-15 de diciembre deberíamos empezar a sentir ese tipo de amor que se ta sale por el pecho.
Si no tenemos esa sensación allá por mediados de diciembre, podéis estar seguros de que nada grande sucederá: ese es el fundamento del Nuevo Tiempo al que, supuestamente, nos dirigimos.
(Y no vale fingir ni exagerar a la manera New Age: tiene que ser auténtico).