Supongo que os habréis enterado del lío monumental que está surgiendo en España alrededor del DNI de la Infanta Cristina, que ha aparecido en las transacciones de 13 viviendas «por error«, en un tema notarial y de registros.
Hace unos días, creo que fue El Confidencial quien apuntó que todo podría tener que ver con el blanqueo de capitales.
Bueno, me voy a tirar a la piscina una vez más, y os voy a contar lo que de verdad -creo- que está sucediendo.
En realidad, no ha habido ningún error sino que han aparecido informaciones procedentes de otras estructuras completamente opacas del Estado como el Registro y la Notaría, que prácticamente son «la joya de la corona» y que, como sabéis, se traspasan de padres a hijos. (Mariano Rajoy procede de una familia de registradores de la propiedad).
Nunca jamás nadie ha podido dar una razón con un mínimo sentido a por qué tienes que pagar unas tasas tan tremendas a unos señores por firmar un papel cuando realizas una transacción de una vivienda entre dos personas, ¿verdad que no? ¿por qué el Estado tiene que sacar tajada por una venta entre dos particulares?
Bueno, la verdad es que esos descomunales impuestos van a parar a la Casa Real y los distintos aristócratas que POSEEN EL ESTADO, es decir, que es SU PROPIEDAD, al igual que las autopistas… y muchas cosas más, como las propias transacciones bancarias. ¿Alguna vez te has preguntado qué sentido tiene que no podamos intercambiarnos dinero directamente cuando en realidad una transacción en la era digital no es mucho más que enviar un email? ¿Por qué esa infraestructura no es pública?
No se puede porque, sencillamente, el dinero no es una infraestructura pública sino privada.
Es bien conocido que Don Juan Carlos es accionista de la red de autopistas Cintra y que, disfrazados de grandes accionistas de las mayores empresas españolas, se encuentran los grandes aristócratas que, de esa manera, no hacen más que continuar con los derechos de propiedad sobre el paso por sus tierras desde la finalización del Imperio Romano y el posterior feudalismo. «Derecho de paso», se llamaba. Si la liberación de información continúa, pronto aparecerán los datos que prueban lo que digo.
Si alguien llegara a investigar a fondo a quien van a parar los pagos por aparcar en las ciudades (parkings privados y públicos) os encontraréis que son esta misma gente, lo que pondría de manifiesto el argumento fundamental de esta última etapa de la Gran Revelación: seguimos siendo esclavos como en la época de Espartaco. Pagamos por entrar en sus propiedades que, obviamente, no son públicas, sino suyas: ¿por qué te crees que Esperanza Aguirre decidió no cumplir la ley sobre el tabaco en Eurovegas? ¡Porque la ley no rige en sus territorios!
En breves días, publicaré más sobre el One’s People Public Trust, y las últimas operaciones legales a nivel internacional para desmontar la corporación que nos gobierna.