Cuando sólo falta una semana para el duodécimo aniversario de los autoatentados que dieron comienzo al intento final de los sionistas por acabar con la Humanidad, nos adentramos en uno de los momentos de más tensión de la historia de este Planeta, pues la cercanía a la III Guerra Mundial es real. Ayer y anteayer se produjeron apagones eléctricos en la isla española de La Palma y en Venezuela, en lo que parece ser una preparación para un «ataque eléctrico» en los propios Estados Unidos: la ex jefa del FEMA, Janet Napolitano, ya advirtió de esa posibilidad, bajo la excusa de una tormenta solar. [En mi opinión, sería su última «carta» si los Buenos dieran el golpe de estado].
Al tiempo que las evidencias de que el ataque químico fue realizado por los propios «rebeldes» financiados por las potencias sionistas, sus homónimos norteamericanos, encabezados por el judío Eric Cantor (líder republicano) y John Boehner, mueven los hilos para coaccionar a los diputados y den el visto bueno al ataque.
Como digo, las pruebas de la falsedad del ataque siguen saliendo a borbotones: por ejemplo, un hacker interceptó unos correos electrónicos del coronel Eugene Furst que se vanagloriaba del éxito del ataque.
En este link al boletín que dirige Alfredo Embid tenéis resumidas las mentiras y contradicciones de la versión oficial que culpa a Assad del ataque y en este otro de Thierry Meyssan os enteraréis de que hace ya diez días que Rusia entregó las fotos por satélite que demuestran que fue desde posiciones rebeldes desde donde se lanzó.
Básicamente, es absurdo que Assad lanzara ese ataque cuando estaba ganando la guerra y había autorizado a los equipos de la ONU a inspeccionar sus instalaciones (¡y acababan de llegar a Siria!), mucho menos que lanzara un ataque químico que podría perjudicar a sus propios hombres.
Es más que improbable que hubiera niños en ese barrio porque había sido desalojado, y bien pudieran ser niños kurdos secuestrados por los propios rebeldes. También parece factible que el ataque, en realidad, haya sido fruto de las luchas internas entre las diferentes facciones «rebeldes» que se disputan el poder.
Sin duda alguna, este ataque de bandera falsa ha sido la única manera que las potencias sionistas han encontrado para justificar su entrada en la guerra e impedir así, que Assad retomara el control del país.
Todos lo sabemos (incluidos los ejércitos de Estados Unidos y Francia) y la única esperanza que nos queda es que se nieguen a acatar las órdenes y tomen la Casa Blanca y el Palacio del Elíseo.
Por cierto, que justo ahora estrenan (en España) la película «Asalto a la Casa Blanca»: ¿casualidad o causalidad?
El próximo miércoles es 11 de septiembre…