Arte — 5 octubre, 2014 at 10:01 am

Homenaje a Bob Marley, el gran icono de la historia del rock: conspiranoico de los piés a la cabeza

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Allá por 1986, el ocio de un servidor giraba en torno a las bolsas de discos de Madrid Rock y Escridiscos con las que intercambiaba vinilos con mis amigos, esa extraña pandilla (para la época) en la que había un heavys, punkis, skins, hippies, mods, siniestros, rockeros… y hasta pijos. Lo relato en la novela autobiográfica «Recuerdos de pelo largo»; en aquellos años recorrimos la historia entera de la música rock (y llegamos al blues y al jazz) en una apasionante búsqueda por las tiendas de discos de segunda mano y las ofertas de discos antiguos, en la que lo importante era compartir los descubrimientos que hacíamos con el resto de amigos (pues aunque cada uno tenía sus gustos, todos estábamos abiertos a descubrir lo bueno).

Por aquella época, mi amigo Mario le pidió a su madre que le hiciera un jersey de lana y su correspondiente gorrito con la bandera de Etiopía: había descubierto los discos del jamaicano Bob Marley.

No, no es que fuera la primera vez que escuchaba sus canciones porque Could you be love o Three little birds yo creo que ya sonaban hasta en anuncios de la tele, pero sí que fue la primera vez que profundicé en su música y escuché todos sus discos. Recuerdo que viví momentos de introspección muy grandes en cada una de las escuchas; pese a que no entendía las letras de las canciones, hubo «algo», una transmisión de unas emociones, de unos sentimientos, de libertad sobre todo, pero también de rebeldía y de dignidad, que me impactó muchísimo, que todavía me acompaña cada vez que lo escucho.

Luego me enteré de que había muerto años antes, ¡menudo cabreo! ¿Por qué tenía que ser que todos mis ídolos hubieran muerto jóvenes, antes que yo tomara conciencia de ellos!

Recuerdo que ya en aquella época, entre mis amigos siempre surgía el comentario cuando comentábamos la temprana de otro más de los líderes del rock:

-Seguro que se lo habrán «cargado».

Y todos asentíamos en silencio.

Casi 35 años después de su muerte, la figura de Bob Marley ha quedado (con la única «competencia» de John Lennon) como el gran icono de la historia del rock.

La razón, a mi juicio, es muy sencilla: simboliza como ninguna otra el que fue verdadero objetivo del rock. Lograr la libertad de la especie humana.

A lo largo de mis viajes, he podido vivir la misma experiencia en la India, en Colombia, en Brasil, en Senegal, en Argentina, en Holanda, en Cuba, en Portugal, en Inglaterra…: alguien pone la música de Bob Marley y de repente se genera una armonía, un ambiente de fraternidad, una paz, una sincronía… Puede que ya, de tanto oírlo, te hayas acostumbrado a ello pero me veo en la obligación de decirte que «eso no es normal». Que un cantante sea capaz de generar la concordia entre los seres humanos de todo el Planeta es algo muy raro, excepcional, extra-ordinario. Ese cantante está haciendo alquimia, está haciendo magia, porque está generando el sentimiento más difícil de este mundo: Unidad. Unidad entre los hombres y Unidad con Dios (en realidad, lo uno no puede ser sin lo otro).

Esa es la razón por la que afirmo, sin ambigüedades, que Bob Marley era mucho más que un músico. Era un profeta. Es un profeta, porque sus canciones siguen estando vivas.

En el siguiente y excelente documental, comprobaréis que Bob Marley tenía muy claro por qué hacía música y que nadie lograría callarlo. Aprenderéis que era un conspiranoico de los pies a la cabeza y que no se creía lo de la derecha e izquierda ni a los políticos. Conoceréis su historia de chico salido de la pobreza y su incorruptible personalidad y el documental os dejará a las puertas de la verdad: fue asesinado.

El único fallo de este excelente documental es que no menciona que en las semanas previas a contraer ese repentino cáncer en los dedos del pié, un vecino que era hijo de un agente de la CIA le regaló unas botas de fútbol…

El reportaje avanza con las divertidísimos comentarios de sus amigos rastas, su mujer y sus novias, su faceta espiritual, y conforme avanza y va llegando el final… la congoja me invade y estoy a punto de quitarlo. No quiero volver a sufrir.

Pero lo hago y acabo envuelto en lágrimas…
La razón es sencilla: comprendo lo que la Humanidad perdió cuando nos quitaron a Bob, el gran faro que suponía y que, a Dios gracias, sigue siendo por medio de sus canciones.
Este es el tiempo de lo que Bob Marley soñó…

PD: Os juro que el mensaje real de sus canciones era el mismo… ¡que yo intuí cuando no sabía inglés!!!!! (Menos «No woman no cry»: yo creía que iba sobre otra cosa).