El viernes me comentaba mi amigo Dani (vegetariano, rasta, amante de la vida alternativa y por supuesto, de la naturaleza) si creía que el ecologismo «estaba controlado». Me quedé pensando en lo que leí en uno de los libros de Daniel Estulín y le contesté que «sí». Contrariamente a lo que me esperaba, él estaba de acuerdo y argumentó, con todo lujo de detalles, cómo se están dejando llevar los ecologistas por la paranoia del «cambio climático de origen humano», y lo sabe de cerca porque conoce ese ambiente…
Sincronicidad, una vez más. Al día siguiente, pasó por delante de mi casa una manifestación de no más de 50 personas proponiendo a la gente «luchar contra el cambio climático». Eran buenas personas, comprometidas, con buen corazón… pero no pude retenerme. Salí al balcón y les grité:
-¡Os están engañando! ¡Os están manipulando!
Me contestaron con sonrisas, como diciendo «pobrecillo, no se está enterando» y el que llevaba el megáfono lo enarboló para contestarme no sé qué gilipollez.
Acto seguido, saqué el mío, que es mucho más grande y traté de responderle… (pero había olvidado que había puesto una pila al revés para que no se gasten cuando no las usas).
La situación fue cómica. Se despelotaban de la risa.
Sin embargo, seguí gritándoles.
-¡No es lo mismo ser bueno que gilipollas! ¡No lo van a pagar las empresas, os van a colocar un impuesto a vosotros y a mí! ¡No os dejéis manipular!
Vaya si manipulan. Leed esto.
Hace cosa de un mes, coincidiendo con la visita de Al Gore a Madrid, el jefe del partido de derechas en España, Mariano Rajoy, sorprendió a la Opinión Pública haciendo unas declaraciones en las que afirmaba que, según un primo suyo que es catedrático en la Universidad, el cambio climático no estaba demostrado.
La izquierda se echó rápidamente las manos a la cabeza, tildándole de irresponsable y al día siguiente, Rajoy «matizaba» sus palabras diciendo que «le habían malinterpretado» y volvía, mansamente, al redil de la verdad oficial. Tan mansamente que parecía que todo había estado preparado. Que era un juego.
A partir de ahí, «negar el cambio climático es de derechas». Hace unas semanas, el canal de TV Telemadrid, ligado al PP, emitía el documental «global warming swindle»; «el timo del calentamiento global, con lo que se reforzaba este pensamiento. Los manifestantes ecologistas ya pueden subirse al carro del calentamiento con tranquilidad.
-Si el PP dice que es mentira, entonces, es verdad.
Estoy por asegurar que todo este juego archiconocido del «poli bueno» (izquierda) y el «poli malo» (derecha) se fraguó en la pasada reunión del Club Bilderberg en la que se acordó poner el cambio climático en la «agenda mediática». Manejar a las masas es bien sencillo: basta con que quien más odies diga «blanco», para que tú te apuntes al «negro». Asi de fácil: funciónó con la homosexualidad, la droga y el aborto (La Iglesia dice que es malo) y debería pasar lo mismo con el cambio climático. ¿O hemos aprendido de este juego macabro?
Apuntad esta profecía: el próximo movimiento terrorista, una vez que los islamistas ya no dan miedo, será de ecologistas-new age, tipo «V de Vendetta». Yo creo que, ahora mismo, se debe estar ya gestando.