La deriva dictatorial del gobierno Obama (que Woody Allen solicitaba hace días) está tomando los tintes apocalípticos que nos temíamos.
Sólo así se puede considerar la Ley de «prevención de la radicalización violenta del terrorismo interno» y que consiste, ni más ni menos, en un vuelco en la política de seguridad norteamericana; de la lucha contra el terrorismo externo a la eliminación de los opositores al régimen, calificados así de «terroristas internos». La Ley fue propuesta por la congresista Jane Harmon en el año 2007 pero no pasó la prueba del senado aunque ahora, con el sionista Lieberman, al frente de la comisión de seguridad, tiene todas las papeletas para que pase.
Para que os hagais una idea de por donde van los tiros, uno de los grupos que podrían ser calificados de «violentos», es decir, terroristas internos, son los hermanos de Arquitectos e ingenieros por la verdad del 11-S. Podrían ser encarcelados sin juicio previo, sólo como medida preventiva. Insumisos fiscales y oponentes a las leyes fiscales son otros de los considerados «amenazas potenciales» para la seguridad del Estado.