Supongo que, como a todos los despiertos, os fastidia la cantidad de ruidos que nos obligan a escuchar. Las dichosas sirenas, el niñato con la música del teléfono a todo meter, la puta televisión hasta en el metro, las horrendas películas en el autobús… Agresiones constantes.
Entre todas ellas, las sirenas son las más perniciosas, sin duda. En los últimos tiempos he notado que se escuchan más a menudo en Madrid, pero al hablar con personas de Málaga, Alcoy y Barcelona (y estar en esos lugares) me he dado cuenta de que es algo generalizado. Tengo dos hipótesis: o la policía y ambulancias colocan la sirena para cosas que no son urgentes (para saltarse los semáforos impunemente) o es que hay mucha gente cuya salud está «petando» cosa que hace tiempo que esperaba, síntoma de que la Verdad ha hecho, por fin, su aparición. Me gustaría que alguien investigara el efecto que ese sonido en espiral causa sobre nuestra psique porque estoy convencido de que debe ser nefasto y por cada uno que salvan las ambulancias, ponen a 50 personas desequilibradas en estado de shock. Desde aquí, hago un llamamiento a los policías honestos para que multen a las ambulancias que utilicen la sirena para su propio beneficio y no el de la comunidad (lo pueden hacer, si no lo sabéis). Hay tanto ruido que he decidido «vacunarme» con un MP3.
Hasta ahora me he resistido a ir con música por la calle porque me parecía «perder la batalla» pero, tras pasar algunos viajes horribles por culpa de la mierda de películas que te ponen, he decidido «protegerme» llevando mis auriculares. Aunque he descubierto que también tiene otros usos más positivos. El otro día iba con una amiga escuchando música por la calle y nos pusimos a caminar bailando, ¡fue divertidísimo! Desde entonces, me dejo ir cuando me apetece y me pongo a bailar en el andén del metro o empiezo a caminar cantando en voz alta, por la calle. Todo ello, desde el silencio tecnológico (no suena la música, nadie se entera lo que estás escuchando) pero desde el ruido humano (al contrario de las abusivas sirenas). Creo que es un cambio de paradigma y un excelente corte de mangas a la torturante contaminación sonora que padecemos.
De generalizarse esta inusual conducta, muchas conciencias podrían mutar. Imaginaos: ¡alguien que va cantando y bailando a trabajar o estudiar! ¡Mucha gente así, en silencio, bailando!
¡Con pequeñas cosas es como se consiguen las grandes!
PD: ¿Os imagináis que se pone de moda?
Un alemán que vuelve de vacaciones desde España a Múnich: «¿Los españoles? Eso es demasiao, chaval: ¡la gente va bailando por la calle1 ¡Te lo juro!»