«Gracias» a Carlos Marx, tenemos muchos conceptos confundidos que nos impiden analizar la realidad con propiedad y confundir los buenos con los malos; en China ejecutan a los banqueros corruptos. Los aclararéis con el siguiente extracto del libro En deuda. Una historia alternativa de la economía. David Graeber. 1ra edición, septiembre de 2012. Editorial Ariel. p. 342-344.
Estamos habituados a interpretar este tipo de intervenciones estatales (especialmente los monopolios y regulaciones) como una restricción estatal hacia «el mercado» debido al extendido prejuicio de que los mercados son fenómenos casi naturales que surgen por sí mismos, y que los gobiernos no hacen más que aplastarlos o vampirizarlos. Ya he subrayado repetidas veces lo erróneo de este razonamiento, pero China proporciona un ejemplo especialmente revelador. El Estado confucianista puede haber constituido la burocracia más grande y duradera del mundo, pero promovió activamente los mercados y, en consecuencia, la vida comercial en China pronto fue mucho más sofisticada, y sus mercados mucho más desarrollados, que en cualquier otro lugar del mundo.
Y esto pese a que la ortodoxia confucianista era abiertamente hostil a los mercaderes y al propio concepto de ganancia. Se consideraba que la ganancia comercial era sólo legítima en cuanto compensación por el trabajo realizado por los mercaderes para transportar bienes de un lugar a otro, pero nunca como fruto de la especulación. Lo que esto significaba, en la práctica, es que era pro-mercado pero anticapitalista.
Esto puede parecernos extraño, acostumbrados como estamos a considerar que mercados y capitalismo son una misma cosa, pero como apunta el historiador francés Fernand Braudel, se los podría concebir de igual manera como opuestos. Mientras que los mercados son medios para intercambiar bienes mediante dinero (históricamente, medios para que aquéllos con excedente de cereales adquiriesen velas, y viceversa, o, en acrónimos económicos, MA-D-MB, por Mercancía A-Dinero-Mercancía B), el capitalismo es ante todo el arte de emplear el dinero para obtener más dinero (D-M-D´).* Habitualmente la manera de hacerlo es establecer algún tipo de monopolio, formal, o de facto. Es por esto por lo que los capitalistas, ya se trate de ricos mercaderes, financieros o industriales, invariablemente acaban intentando aliarse con las autoridades políticas para limitar la libertad del mercado, a fin de poder hacerlo.27 Desde esta perspectiva, China fue, durante la mayor parte de su historia, el Estado de libre mercado y anticapitalista definitivo.28 A diferencia de posteriores príncipes europeos, los gobernantes chinos rehusaron sistemáticamente asociarse con los «capitalistas» chinos (que siempre existieron). En lugar de ello, y de manera semejante a sus funcionarios, los vieron como parásitos destructivos cuyas motivaciones egoístas y antisociales, a diferencia de las de los usureros, podían ser útiles en cierta medida. En términos confucianistas, los comerciantes eran como los soldados. A quienes prosperaban en la carrera militar se los suponía motivados, en gran parte, por el amor a la violencia. A título individual no eran buenas personas, pero eran necesarios para defender las fronteras. De manera similar, a los mercaderes los motivaba la codicia y eran inmorales, pero si se los mantenía bajo una estrecha supervisión administrativa, podían servir al bien común.29 Se puede opinar lo que se quiera acerca de estos principios, pero es difícil negar sus resultados. Durante la mayor parte de su historia China mantuvo los estándares de vida más altos del mundo: ni siquiera Inglaterra los sobrepasó hasta quizá la década de 1820, bien entrada la época de la Revolución industrial.30
* Empleo los acrónimos aceptados conmúnmente en español para la teoría marxista de la mercancía. Graeber emplea los aceptados en inglés para la misma teoría [N. del T.]
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27. Braudel, 1979; Wallerstein, 1991, 2001.
28. Sigo aquí especialmente el trabajo de Boy Bin Wong (1997, 2002; también Mielants, 2001, 2007). Ciertamente, los partidarios de Braudel sólo perciben a las dinastías posteriores, como la Ming, como las únicas en abrazar plenamente este principio, pero creo que se puede proyectar hacia atrás.
29. Así, por ejemplo, mientras que los mercados se consideraban beneficiosos, el gobierno intervenía sistemáticamente para evitar fluctuaciones de precios, acumulando mercancías cuando eran baratas y liberándolas cuando los precios subían. Hubo periodos en la historia de China en que el gobierno hizo causa común con los mercaderes, pero el resultado fue una vasta y violenta reacción popular (Deng, 1999: 146).
30. Pommeranz, 1998; Goldstone, 2002, para una introducción a la abundante literatura comparativa sobre niveles de vida. India, en realidad, estuvo bastante bien durante la mayor parte de su historia.