Últimamente parece que la realidad me sigue los pasos día tras día y se empeña en darme la razón con los hechos.
Hace pocos días, después de explicar las relaciones políticas izquierda-derecha como un claro ejemplo de sadomasoquismo, os psicoanalizaba el complejo de culpa de ser español a partir de la evidencia de que comenzó siendo «culpa catalana».
Resulta que el líder de los independentistas catalanes en el congreso es un nieto de andaluces, que ha dado uno de los discursos más absurdos, incongruentes y freudianos de la historia al convertir su trauma por ser inmigrante en todo un brutal ejercicio de masoquismo. ¡Pretende argumentar que sus abuelos estarían orgullosos de que se separe de su propia tierra!
O sea, se regodea en que Cataluña la levantaron los andaluces y al tiempo ¡utiliza el mismo argumento como pretexto para separarse!
El paroxismo del oximoron se produce en el minuto 3’30: «nos niegan lo que hemos votado ser: UN MUNDO SIN FRONTERAS» (¡cuando quieren levantar otra!).
Se equivocan quienes tildan de chulesca su actitud; si os fijáis bien, Rufián está actuando en todo momento y lo que en realidad siente es un dolor tremendo por tener que traicionar a sus abuelos: está actuando en base a un clarísimo programa MK Ultra.
Lo de este chico es prácticamente insuperable: el complejo de culpa elevado a la categoría de arte.