General, Opinión y Noticias Externas — 26 abril, 2011 at 10:11 am

El efecto «Kevin Spacey en American Beauty»: la clave del Buda’s Factory

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Que la espiritualidad que se practica en el «Gran Hermano espiritual» sevillano es diferente a todas las que habéis vivido, se comprueba al conocer sus películas de estudio.
La primera es «Los 300» en la que se desmenuza el personaje de Leónidas como ejemplo de la autenticidad y la verdad interior a prueba de todo. La segunda (o habría que decir, la primera) es American Beauty, la distopía del sueño americano que tanto éxito tuvo hace años, y que se visiona en el Buda’s Factory como el ejemplo del hombre que deja de autoengañarse y se atreve a ser sí mismo con todas las consecuencias. El que está dispuesto a vivir su Verdad aún a costa de perderlo todo.
El truco es que, cuando estás dispuesto a perderlo todo, te acabas quedando con lo que de verdad hay auténtico en tu vida, y lo demás, se va.
Tras volver del Buda’s Factory he comenzado a ponerlo en práctica. A pesar de que «el personaje Rafapal» sea muy cañero, en mi vida personal no lo soy tanto y no afirmo mi verdad de la misma manera que en la página. Me suelo sentir tan cansado con mi batalla contra los sionistas que luego no me quedan fuerzas para mantenerla en mi vida personal.
A partir de ahora voy a hacer lo contrario. Una vez que ya lo he contado todo en el aspecto de la conspiración (después de la religión judía, ya no queda más), me voy a tomar esta faceta de mi vida como una diversión y le voy a poner la energía a mis relaciones personales.
Una de las cosas que me pasaba es que la gente (la cantidad de gente que conozco y se me acerca) me contaba sus historias personales y me robaban la energía con sus penas y la exhibición de sus conocimientos para impresionar al «gran Rafapal». En el Buda’s Factory he aprendido a escuchar con atención pero sin cargarte de la energía de la persona que está sufriendo ni descargarte de la propia. Desde ese plano es como mejor puedes ayudar.
He contemplado auténticos dramas en directo, que en principio me hubieran hecho tirarme de los pelos, pudiendo verlo sin implicarme, y al mismo tiempo, consiguiendo estar en la situación.
Uno de los miembros de la casa, emparejado, le puso los cuernos a su pareja con una jovencita que llegó con el arquetipo de la seductora. El caso es que el tipo me contó que se estaba pensando follar a la jovencita… y al final lo hizo. Lo cual originó un dramón en la despechada, que se contó en vivo y en directo, y se solucionó ayudando a ambos a contar lo que estaban sintiendo en ese momento, soltando lágrimas y, al final, con bofetadas de la despechada al galán incluidas (me las perdí).
El grado de amor que se vive en la casa y el nivel de abracismo son propicios para estas historias en las que emergen los personajes «amorosos» que ejercemos y están originando (y más que lo van a hacer) toda una sintomatología de los procesos de enamoramiento, seducción y pareja porque los celos se viven en vivo y en directo, y ¡se relatan!
Quién es el bueno, quién el malo, quién se atreve a vivir algo y si de verdad quieres vivirlo tú o tu personaje (el galán, la seductora) es otra de las muchas facetas que se escudriñan en ese gran laboratorio humano que es el «Buda’s Factory».
Otro día os cuento lo que siento sobre esta adicción al abrazo de los ambientes Nueva Era. O mejor, os lo digo ahora mismo: 80 minutos de abrazos con distintas personas son el sustitutivo del gran polvo que no te atreves a vivir (el de la persona que de verdad amas).
Creo sinceramente que, en una sociedad en la que nos sentimos todos tan solos y desamparados, el abrazo está sirviendo a muchos para permanecer conectados a la Red Sintiente (como en la película Avatar) pero al mismo tiempo es un escape, un sustitutivo, la metadona del yonqui que se desengancha de la heroína (su amor verdadero).
¿Os imagináis al protagonista de American Beauty dando abrazos todo el santo día o, más bien, lanzándose a la piscina de lo que verdaderamente quiere y siente?

PD: El método de ligoteo del abrazo, desmenuzado por completo en mi libro «El Arte de Ligar en la Era de Acuario»

PD2: La jovencita seductora me pidió que le comprara el billete de avión con mi tarjeta porque con la suya no podía. Os podéis imaginar lo que ha pasado con esos 88 euros, ¿no?